El nuevo presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, dijo en su discurso de aceptación que el problema más grave que tiene la economía es el mínimo ingreso de los venezolanos y planteó que la única forma de enfrentar este y otros dramas que padece el país es con soluciones de mercado, porque el rentismo y populismo ya no pueden tener las respuestas que el país necesita.
El titular del gremio cúpula del sector privado dijo que la destrucción del PIB que ya lleva ocho años es tan grave, que con un crecimiento, que hoy parece muy difícil, de 5% por año, el país tardaría 40 años en regresar a los 320.000 millones de dólares de PIB que había en 2013. «Ojalá podamos crecer 10% anual para que entonces podamos recuperarnos en 20 años», señaló.
Fernández dijo que «la Ley del Trabajo es una rémora». «La ley del trabajo es de 2012 y la crisis comenzó en 2013. ¿Casualidad o causalidad? Me da pena ver las liquidaciones de personas con 20 o 30 años de servicio. ¿Cuánto es la pensión de una persona que cotizó 750 semanas? Todo eso tiene solución de la mano del mercado, con políticas económicas que empoderen al ciudadano y que contribuyan sosteniblemente a elevar los ingresos».
Recordó que en una reunión autoridades celebraban que el salario promedio del sector privado es equivalente a 70 dólares mensuales, «cuando los precios son todos internacionales, pero eso no es culpa de la empresa. Cómo hace una empresa que trabaja a 10% de capacidad y tiene que cubrir unos costos elevados, sobre todo en impuestos. Me preocupa este tema, porque el hombre se desarrolla plenamente a través del trabajo. Cuando tienen un ingreso que no sirve, las personas dejan de trabajar. Por eso mi preocupación por la pérdida del valor del trabajo. Ese es un valor occidental, republicano, nuestro, venezolano», subrayó.
Cuando se refirió a las soluciones de mercado puso como ejemplo la dolarización, que no la decretó nadie, sino que fue un vía que encontró la población para comprar y vender en un momento de crisis. Puso como ejemplo, el caso de un zapatero que «está feliz con la dolarización», porque ahora puede comprar a crédito y vender por cuotas, de manera ventajosa.
«Hasta ha reaparecido la figura del turco en los pueblos más apartados, donde no hay diésel ni gasolina, para satisfacer una demanda que, de otro manera, sería imposible. Esa es una solución de mercado», subrayó.
-No se sabe cuándo se enciende la chispa-
Gran parte del discurso del nuevo presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, se centró en explicar por qué el diálogo institucional es indispensable. En su opinión, un diáologo amplio e inclusivo, que convoque a la mayoría de los sectores del país, es la única manera de delinear un futuro, un proyecto de país que, en su opinión se extravió, hoy no existe.
«Este país ya no espera más, lo que necesita, lo que urge es soluciones. La pobreza es la realidad que sacude a los venezolanos, y nosotros no podemos ser indeferentes. Nos separa una brecha enorme del nuestro mundo, del mundo occidental, de esa cultura también nos quieren separar. Tenemos valores republicamos que compartimos, tenemos referentes. Pero eso no es suficiente para darle contenido al sentimiento nacional. Ese sentimiento necesita futuro», manifestó.
Reconoció que en alguna medida «todos somos responsables de la crisis, pero no en la misma proporción. La culpa es de quienes dirigen, fijan las reglas. No es posible pretender un borrón y cuenta nueva. Cada quien tiene que pagar por lo que haya hecho, y ese es un valor republicano».
«Creo en el concepto de nación por incorporación, no por desplazamiento, tal como lo planteaba Ortega y Gasset. Y eso es muy complejo. Algunos diferimos en la estrategia. El acercamiento no es un objetivo, es un medio. El objetivo es muy superior. Cuando hicimos el acercamiento con el Ejecutivo, que fue tan costoso para la institución, sobre todo para Ricardo (Cusanno), lo hicimos porque entendimos que debíamos ser parte, incidir en las soluciones. Nosotros somos una institución con credibilidad y prestigio, y hay que pensar que el prestigio no es para ponerlo en un cuadrito, sino para ponerlo al servicio de la gente», explicó.
Dijo que uno de los compromisos que el nuevo equipo a cargo de Fedecámaras asume con más seriedad es la continuación del diálogo, pero hay que aclarar los conceptos y tener verdadera voluntad para llegar a resultados. «Nos preocupa que la sociedad pierda la confianza en la política. Perdimos el siglo XIX en guerras, y éramos el país más pobre y atrasado de América», recordó.
«La política no se va a acabar, pero puede tomar otra camino. Las sociedades no saben cuándo se puede prender esa chispa. Podemos perder la perspectiva de la paz. No la paz cuando uno le pone las condiciones al otro, sino la paz cuando ambas partes acuerdan, independientemente que se asuman las responsabilidades. No hay nada que se pueda calcar para aplicarlo en Venezuela. La paz es frágil y tenemos que cuidarla, y por eso siempre hemos apostado por la negociación», indicó.
«Tenemos que apoyar la negociación, unirnos a quienes puedan apoyar esta negociación, y lo hemos hecho sin perder nuestra propia identidad ni principios. El país va al garete, no tiene proyecto de desarrollo. El rentismo, que fue, en algunos sentidos, injustamente demonizado, se acabó, aunque no lo queremos sacar de nuestro corazón. Sin embargo, tiene que construirse un nuevo proyecto, un sueño prospectivo de vida en común», estableció.
-Buscando la modernidad-
Buena parte del discurso de Fernández, se centró en una agenda para conseguir entrar en la modernidad, recuperar una posición acorde con el potencial del país en el concierto del mundo occidental y democrático, y para conseguir esa ruta hay que comenzar por entender que no hay solución a la crisis sin inversión privada.
«La conquista de la modernidad tiene que ser el norte de los que hacemos empresa y ciudadanía, porque estos conceptos son dinámicos. Necesitamos empoderamiento ciudadano, y esa es la clave de la modernidad, para que los hombres gocen de la modernidad. Se tiene que hacer más fuerte al ciudadano, mientras se hace más fuerte la sociedad».
En un terreno más concreto, no eludió el tema de las sanciones internacionales, partiendo de que le «aterrorizó» que llegaran estas medidas, no solo por su impacto en la economía y la población, sino por las dificultades que siempre se producen para levantarlas. «En Sudán pasaron 25 años hasta que levantó la última sanción», recordó.
«Sin duda, no llegaron por nada, sino por modelo que abusó de los derechos humanos, y que vulneró los valores republicanos», indicó.
También replicó un punto del polémico discurso de la vicepresidente ejecutiva Delcy Rodríguez, durante la sesión inaugural de la Asamblea de Fedecámaras: «Estoy en desacuerdo con eso que nosotros habíamos medrado del sistema cambiario y del rentismo. Ese modelo no nos lo dimos. nosotros. Por el contrario, todos nuestros antecesores lo comabatieron, advirtieron que no era viable, y la respuesta que recibieron fue que ‘si lo levantamos, caemos’. Yo llamé, como presidente de Consecomercio, llamé la atención del país en 2011 sobre eso. Y advertí que capacidad de consumo no era lo mismo que salir de la pobreza. Ese boom lo provocó el grosero endeudamiento y un populismo sin freno».
«Tenemos que buscar un modelo productivo, que tenga como locomotora a la industria petrolera. Sin duda, que el petróleo tiene ya menos años de dominio por delante, pero seguirá teniendo demanda, a través de otros usos. Los activos petroleros se van a gastar, como se gastaron los activos sociales que fueron los que nos permitieron resistir la crisis este tiempo; pero esos activos ya se agotaron», recalcó.
B y N