Del Toni Kroos que salió como Balón de Oro del Mundial en el Mundial Sub-17 de Corea (en 2007) al que deslumbró ayer en Cardiff se ha producido una metamorfosis táctica en la que Carlo Ancelotti ha introducido una nueva variante. Toni Kroos jugó por primera vez en su carrera sin otro pivote a su lado que ejerciera un rol más defensivo. No se desenvolvió de interior como con Alemania ni con el Bayern. Fue con el Madrid el ancla del equipo, por detrás de Luka Modric y James Rodríguez, que jugaron más adelantados que él.
En el Mundial de Brasil le vimos fundamentalmente como interior, escoltado atrás bien por Schweinsteiger, por Khedira o por Lahm. En tareas de mediocentro, por ejemplo, dio 105 pases contra EE UU, con Lahm cubriéndole las espaldas. Contra Argentina, en la final, con Swcheinsteiger en la retaguardia dio 94 pases. Esa faceta de toque precisamente fue lo que animó a Guardiola a retrasar su posición la temporada pasada: la capacidad de dar más de 100 pases por partido. Por eso acompañó muchos encuentros a Lahm en el doble pivote. Pero Kroos con Heynckes (también en el Leverkusen) había brillado como mediapunta.
Frente al Sevilla, Kroos ofreció fondo físico (11,7 kilómetros recorridos), toque (77 pases) y trabajo en defensa (nueve recuperaciones). En Brasil, no robó más de cinco balones en ningún partido. Además, no acusó el periodo de aclimatación que sufrieron otros compañeros de demarcación en su primer año, véase Illarramendi o el mismo Luka Modric.
Fuente: as.com