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Carla Suárez: “2020 será mi último año como profesional”

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Carla Suárez: “2020 será mi último año como profesional”


La tenista, que llegó a ser la sexta del mundo en 2016, se retirará al acabar el próximo curso para poder estar con su familia

 

 



Carla Suárez, este martes en el Club de Tenis Barcino. En vídeo, la tenista anuncia que 2020 será su último año como deportista profesional. 

 

 

Reservó pista en el Club de Tenis Barcino por la mañana, se entrenó durante más de una hora y, tras una ducha reparadora, apareció con una pequeña sonrisa nerviosa, ataviada con una sudadera y chándal. «2020 va a ser mi último año como tenista profesional. Estoy empezando a tener otro tipo de prioridades y el tenis exige mucho sacrificio», anunció Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canaria; 31 años).

 

 

No desea seguir la tenista, en parte hastiada de combatir los dolores de espalda y de hombro, de competir sin estar en las condiciones idóneas. Unas molestias que le han hecho diluirse en el ranking WTA en este último año (actualmente estaba en la posición 55, muy lejos del sexto puesto que alcanzó en febrero de 2016), pero que, sin embargo, para ella no son excusa. «Las lesiones han formado parte de mi carrera y no me han influido en esta decisión, que está más que pensada y meditada», resolvió. De hecho, hacía más de año y medio que le daba vueltas a la idea porque echa de menos sus raíces. “Soy canaria y desde hace muchos años llevo muy lejos de la familia. Me apetece mucho estar con ellos y es lo que me pide el corazón. El tiempo que ha pasado no lo podemos recuperar». Carla, en cualquier caso, quiso subrayar que todavía no se da el adiós. «Me doy un año porque quiero seguir disfrutando y lo vamos a hacer de la forma más profesional posible».

 

 

 
Tan claro tiene que va a ser competitiva que no se quedó corta en los objetivos que se ha marcado en la temporada de su adiós. «Todavía puedo jugar un año más aspirando a todo. Quiero acabar en el top-10. Creo que tengo el nivel para conseguirlo. Quiero hace bien los torneos de Grand Slam porque me gustaría saber qué se siente al ganar uno, y también quiero llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio, además de sumar algún torneo más», enumeró.

 

 

No hay en el circuito una jugadora con un revés a una mano tan estético, con un tenis tan plástico y hasta magnético. Ocurre, no obstante, que su corta estatura -1,62 metros- en un mundo que a cada ocasión gana centímetros y músculos, le resta fiereza y fuerza frente a jugadoras que cada vez más se cincelan en el gimnasio. Y, aunque ha sido capaz de ganar a las mejores, nunca tuvo la consistencia necesaria para superar su propio muro, que fueron los cuartos de final en los grandes. Registro que logró en su primer Roland Garros (2008) y que repitió en otras siete ocasiones a lo largo de su carrera [tres en Australia; otro en París; y dos más en el US Open]. Pero también tiene en su haber dos títulos (Oeiras 2015 y Doha 2016) y otras nueve finales –seis en tierra batida y tres en pista dura-, además del reconocimiento de todo el circuito. Ahora, le queda un año de goce y lucha. «Todavía no es una despedida. Espero que durante este año podamos disfrutar todos juntos. Si yo lo hago en la pista, probablemente también los que me han apoyado durante toda mi carrera».

 

El País

 

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