Si hay algo que los venezolanos no podemos permitir nunca, es dejarnos vencer por la desesperanza. Con esta sencilla reflexión iniciamos las líneas de esta semana, porque eso es, precisamente, lo que buscan quienes están en el gobierno: que nuestro pueblo pierda la esperanza y la fe, para ellos atornillarse en el poder. ¡Pero están bien equivocados! Por eso hoy quiero invitar a nuestro pueblo a pensar, a imaginar y a soñar con lo que podemos llegar a ser si cada uno de nosotros se atreve y se da el permiso de despertar en sus corazones la esperanza y la fuerza del cambio.
Y es que cuando recuperamos la esperanza, automáticamente, se produce en nosotros, el deseo de luchar y de afrontar, con la mejor de las actitudes, cada una de las situaciones que se nos presentan a diario, por muy difíciles que sean. Esa fuerza del cambio nos da, además, la fortaleza necesaria para seguir adelante y no renunciar a nuestros sueños.
Tengamos siempre presente que es precisamente la esperanza, el puente que nos permite cambiar de camino cuando el viento sopla en contra. Creer que sí es posible, es la base de la esperanza y la esperanza da sentido a la vida porque nos pone a trabajar para alcanzar un ideal. Hoy quiero invitarlos a que soñemos en la Venezuela que sí es posible. Nuestro país merece un gobierno que realmente crea en la gente, dedique todos los recursos y esfuerzo a multiplicar oportunidades para todos, sin discriminar a nadie por colores políticos o creencias de cualquier tipo.
En Miranda, pese a todas las dificultades, damos cada día el ejemplo de que ese estilo de gobierno y ese modelo de desarrollo son perfectamente posibles. Este es el momento de extender, de una vez por todas, esa experiencia a todos los rincones de esta hermosa patria, hija de Bolívar.
Miranda hoy es ejemplo de la Venezuela que queremos y podemos ser. Creamos la Red de Salud Francisco de Miranda, cuando nos arrebataron los hospitales y ambulatorios; ideamos el Plan Mi Vivienda, cuando nos quitaron proyectos y recursos económicos para construirlas; además que somos el estado educativo de Venezuela, para lograrlo destinamos más del 70% de nuestro presupuesto a la educación, porque Miranda, al igual que toda nuestra Venezuela, necesita hombres y mujeres que sean capaces de desarrollarse por sí mismos y puedan reconocer a los ilusionistas de circo.
No olvidemos que en nuestra Venezuela estamos librando una lucha entre un presente que promueve la amenaza, el miedo y el chantaje, como mecanismo de control político, y un futuro que promueve el trabajo, el esfuerzo colectivo y la esperanza, como mecanismo para alcanzar el progreso y las oportunidades a las que nuestro pueblo tiene derecho.
Lo digo con optimismo porque veo que hoy, quizá como nunca antes, se han reunid todas las variables y condiciones necesarias para que nuestra Venezuela, encuentre finalmente su camino. Un camino donde la justicia social, el acceso a la salud y educación pública de calidad, el derecho a tener una vivienda segura, la generación de empleos, la lucha contra los privilegios y la solidaridad con los más necesitados, avancen mano a mano con el fortalecimiento de todas las instituciones, con el respeto a las libertades ciudadanas y con el fomento del verdadero desarrollo económico. Es lo que, en nuestra propuesta al país, resumimos, ya hace tiempo, en una sola palabra: progreso.
Ese progreso será posible si mantenemos la esperanza y si ponemos nuestras energías al servicio de nuestra Venezuela y no de una doctrina. Si de verdad nos unimos en torno a los problemas, para juntos buscar las mejores soluciones a los mismos. Si pasamos la página de las obsesiones militaristas, con enemigos internos, externos e imaginarios.
Hoy 19 de abril, que se cumplen 205 años de aquel paso trascendental, protagonizado por civiles, para nuestra independencia, nuestra Venezuela nos llama a todos a cambiar este modelo que no nos permite avanzar. Los invito a soñar en grande, pero para hacer realidad ese sueño, debemos enfocarnos en lo que realmente podemos hacer. Soy un optimista que todos los días se pregunta qué podemos hacer hoy para que las cosas estén mejor y quiero invitarlos a que cada uno de ustedes haga lo mismo. Este es el momento de pasar de la palabra a la acción y lo digo con total responsabilidad, nosotros lo hacemos todos los días, con gran esfuerzo, a veces hasta sobrehumano.
Vamos a sembrar esta tierra de oportunidades de estudio y de trabajo, con el apoyo de todo aquel que crea en Venezuela y esté dispuesto a sumar voluntades, y sobre todo vamos a poner de lado todo lo que hoy distrae al gobierno de la urgente tarea de responder, de forma concreta y efectiva, a los problemas que hacen tan dura la vida de tantos venezolanos.
El camino ya está abierto. Este año, con las elecciones parlamentarias, tenemos una ventana decisiva para impulsar los cambios y comenzar a construir juntos esa Venezuela que podemos ser. En cada calle, en cada casa que visito a diario, en nuestras asambleas populares, en las distintas comunidades que recorro todos los días, encuentro razones para ser muy optimista y llenarme de esperanza. Cada día me siento más comprometido con el país y con cada uno de ustedes. Juntos, de la mano con todos los venezolanos de buena voluntad, vamos a lograr un cambio electoral, pacífico, democrático y constitucional. Vamos que sí es posible. No dejaremos de luchar un solo segundo hasta lograr esa Venezuela de paz, oportunidades y progreso ¡Que Dios bendiga a nuestro pueblo!
Henrique Capriles Radonski