No lo olvida. Eran las 4:00 de la tarde y conducía por la avenida Bolívar. Dos hombres abordaron la unidad en Nuevo Circo y, después de aparentar durante cinco minutos, sacaron sus armas.
Con las manos todavía en el volante, Gabriel vio por los espejos el quehacer de los hampones en el pasillo. Uno amenazaba, pistola en mano, a una mujer en el asiento de atrás. El otro avanzaba a paso lento hasta el conductor, quien ya temblaba. Cuando llegó, le enseñó un cuchillo: “Dale poco a poco y no te pares hasta que digamos. Si no, te abro la cara”.
No era la primera vez que un delincuente amenazaba a Gabriel en plena vía, pero sí la única en la que ha visto a un filo desde tan cerca. Así lo recuerda.
Los conductores que, como Gabriel Da Silva, cubren rutas de transporte público que cruzan al centro de Caracas saben que corren peligro en las calles. Choferes de la línea que va desde Capitolio hasta Antímano reportan un mínimo de tres robos violentos a la semana en alguna de las unidades; y quienes integran la Cooperativa Pasajeros del Sur, que sale desde El Silencio hasta Valle-Coche, dicen que “la delincuencia ataca casi todos los días en la camioneta de algún miembro”
La situación, declaran los choferes, los hace vulnerables ante delincuentes que atacan de manera reiterada en los mismos puntos por los que ellos conducen a diario.
Medidas insuficientes
Joel Zambrano, con 10 años de servicio en la ruta de la avenida Baralt, cuenta que este año ha visto un aumento en la violencia de cada ataque y que eso le ha llevado a incluir medidas de prevención en su rutina, para evitar que los hampones lo roben a él o a sus pasajeros. Una de ellas es cerrar la puerta cuando transita por los sectores más peligrosos de la vía (en su caso, la Plaza Miranda). Otra es intentar negarles el ingreso a la unidad a hombres con actitud sospechosa, a pedigüeños o a vendedores.
Sin embargo, medidas como las de Zambrano también pueden resultar riesgosas en las calles. Así lo detalla Armando de Barros, conductor de la línea Unión Santa Mónica, que parte en el terminal Río Tuy de El Silencio. “Cuando no dejas subir a alguien para protegerte a ti y a la gente, los malandros te gritan ‘te espero en la otra vuelta’, porque saben que vas a pasar. A veces hasta señalan sus armas cuando te amenazan”.
No denuncian
A pesar de que están al tanto sobre el modo de actuar de los delincuentes y de que, en ocasiones, hasta pueden identificar algunos rostros, los veinte conductores de distintas líneas que fueron consultados para esta investigación coinciden en que prefieren no informar sobre el tema a los policías.
La desconfianza es el principal motivo: “como están las cosas, uno llega a creer que algunos pueden ser hasta cómplices. Los ves en la calle, pero no actúan”. Callan para evitar represalias de los delincuentes. “Andar de bocón es peligroso”, fulmina el conductor Pedro Castro.
Así actúan
En las rutas que comunican al centro con el resto de la ciudad entre las 5:00 am y las 8:00 pm, los conductores y pasajeros reportan que la mayor incidencia de delitos se da en entre las tres primeras horas de la mañana (5 a 8am) y las últimas de la tarde (5 a 8 pm). Sin embargo, no descartan casos a pleno mediodía.
Sobre el momento del robo, señalan que normalmente es perpetrado por dos delincuentes: uno se encarga de someter al conductor y el otro de robar a los pasajeros. La mayoría usa o dice usar armas de fuego, y buscan con insistencia teléfonos inteligentes.
Ante este panorama, los conductores de las líneas de transporte público pidieron a las autoridades más atención a la situación de inseguridad en al zona. “Los más afectados son los pasajeros, pero nosotros también porque nos prometieron protección y no nos la han dado”, se quejó Jesús Millón, conductor de la línea El Silencio-Santa Fé.
Fuente: Globovision