Califican de «imposible» inoculación del cáncer

Califican de «imposible» inoculación del cáncer

La acusación llegó como una caricia bajo la mesa en plena cita. Intempestiva, firme, sorpresiva y con propósito. El vicepresidente miró a los ojos del ridículo internacional y lo retó.

 

«No tenemos ninguna duda, y llegará el momento indicado de la historia en que se pueda conformar una comisión científica, de que el comandante fue atacado». El estupor. Sí, Nicolás Maduro sugirió que el cáncer que consumió al presidente Hugo Chávez lo habrían inoculado sus «enemigos históricos».

 

El heredero de la revolución flirteó con una hipótesis de conspiración bautizada en ríos inverosímiles. Apostilló que los adversarios de su comandante -a quienes no identificó con nombre y apellido pero que pareció luego asociar con Estados Unidos- buscaron y hallaron «el punto para dañar la salud» del mandatario. Refrendó que ya el gobierno tenía «bastantes pistas» sobre el tema. Y ni se sonrojó ante decenas de ministros y oficiales que lo flanqueaban en su rueda de prensa.

 

La hipótesis no era de su autoría. Era un refrito. Le pertenecía al paciente. Hugo Chávez tuvo en diciembre de 2011 el valor que anteayer juntó Maduro. Al presidente no le parecía casualidad que tanto él como otros colegas sudamericanos de izquierda, como Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Fernando Lugo y Luiz Inácio Lula da Silva, sufrieran de cáncer. Se preguntó en público si era posible que la enfermedad pudiera ser «inducida, producida». Un dardo lanzado con pulso tembloroso y desconfiado.

 

¿Coba o verdad?

Chávez no señaló a nadie entonces. Pero el gobierno de Estados Unidos calificó de «horrendas» tales acusaciones. Ellas fueron consorte de un hazmerreír internacional. A Maduro le deparó el mismo destino este martes. Hubo asombro, condena. El mundo actuó como la dama que repudia el roce clandestino. Consternado y a la defensiva.

 

Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda y adversario del dignatario, acusó al espigado funcionario de «caerle a coba» a todos. Twitter fue el principal hervidero. Fue, más bien, un linchamiento. «‘Apártate, chico’, le dijo Maduro al pobre Villeguita. ‘Yo sí le echo bolas a la tesis de la inoculación'», escribió Milagros Socorro, periodista de pluma aguda y profesora universitaria.

 

Centenares de tuits cebaron la inoculación en forma de chiste. Que si era más probable una abducción extraterrestre, que si el culpable era Nicholas Brody -terrorista de la exitosa serie televisiva de corte dramático y militar Homeland-. Palo y palo a la aventurera teoría.

 

El caso Arafat

El vicepresidente esgrimió un escudo al comparecer. Argumentó que hay casos en la historia con ese arquetipo maquiavélico. «Demasiados», advirtió. Citó el de Yaser Arafat, exdirigente de la causa palestina. Oficialmente, murió en noviembre de 2004 por un derrame cerebral, pero sus partidarios acusaron a Israel de envenenarlo.

 

La cadena de noticias catarí Al Jazeera publicó en julio del año pasado una investigación que fue el detonante. Según el prestigioso Centro de Medicina Legal del Hospital Universitario suizo de Lausana, el cepillo de dientes y las ropas de Arafat habían estado expuestas a un nivel extremadamente alto de polonio 210, un material radioactivo. Otras fuentes médicas desprestigiaron tales hallazgos alegando que los restos radiactivos del polonio 210 se desvanecen antes de los cuatro meses y sugiriendo que el mismo fue «implantado» en las pertenencias del líder palestino tras su muerte. Un enigma que tendrá su fin en pocos días.

 

Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, aceptó que se exhumase el cadáver para dar con la verdad. Bajo supervisión rusa, desenterraron sus restos en noviembre pasado del mausoleo de la gobernación de Ramala, la Mukata. Darcy Christen, portavoz del hospital suizo, declaró a la prensa extranjera que los análisis, contrastes y verificación cruzada llevaría varios meses y que solo tendrían «algo tangible» entre marzo y abril de este año. Los rusos supervisan de cerca tales trabajos.

 

Reprobado, pero insiste

En el caso Chávez, la comunidad médica internacional frunció el ceño en desaprobación. Domingo Pizurno, una de las voces más autorizadas de la oncología latinoamericana, tildó de «imposible» la argumentación de Maduro. “Si bien en medicina nada es imposible, es una posibilidad de uno en 10 mil o más. Es sencillamente imposible inocular cáncer, sobre todo a nivel de intestinos, todavía me pregunto cómo”, declaró al diario ABC de Paraguay.

 

Elmer Huerta, investigador de cáncer y expresidente de la Sociedad Americana del Cáncer, opinó a EFE que lo expuesto por Maduro no tiene fundamento. «El cáncer no se contagia ni se inocula. No hay nada más lejos de la verdad». El doctor explicó que es imposible contraer cáncer por la vía oral o inyectada porque el sistema de defensa del receptor rechazaría las células cancerosas.

 

Pero Maduro no se queda sin guardaespaldas. El pueblo oficialista también está convencido de que a Chávez lo embromaron unos apátridas. En la procesión fúnebre de Caracas se multiplicaron ayer esas voces. Quieren saber quién lo asesinó y cómo. Entre ellos estaba Ernesto Villegas, ministro de Comunicación y uno de los pocos funcionarios que hasta estas horas han secundado el juicio del vicepresidente.

El candidato a la Presidencia por el PSUV confía en la ciencia para certificar sus sospechas. Fue él quien adelantó que llegaría el momento de una investigación. A lo Arafat, pues. Quizá con una exhumación similar a la que les tomó ocho años a los palestinos. Hasta entonces, acariciará su conjetura. La abrazará sin ruborizarse. La apretará con la firmeza de quien toquetea bajo cuerda hasta exponerse a un bofetón de marca histórica.

 

Es imposible

Elmer Huerta, investigador de cáncer y expresidente de la Sociedad Americana del Cáncer, declaró a EFE que es «imposible, muy difícil» que se pueda introducir un cáncer en un ser humano. Esto se debe al factor de incompatibilidad de las células y los tejidos.

 

«Para que tu cuerpo aceptase células de un tumor canceroso, éstas tendrían que provenir de un familiar muy cercano, como tu madre o tu hermana». Pero insistió en que el sistema de defensa del afectado rechazaría las células malignas.

 

CITA

«En nuestro corazón no se nos quita eso (la inoculación del cáncer), pero además ya tenemos pistas. Llegará el momento de desarrollar científicamente una investigación». Nicolás Maduro. Presidente (e)

Fuente: La Verdad

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