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Cadenas de la libertad

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Cadenas de la libertad


 
 
 
 Podría usarse cualquier juego de palabras para expresar lo que el poeta Rafael Cadenas es para Venezuela. Podría hablarse de todo lo profundo en el plano superficial y todo lo superficial en el plano de lo profundo. Cadenas es así, se deja rodear de prosa y se inventa ritmos y palabras que ayudan a descubrir un camino político diferente.

 

 

“Su obra es una de las más importantes y demuestra el poder transformador de la palabra cuando la lengua es llevada hasta el límite de sus posibilidades creadoras», dice el fallo del Premio Miguel de Cervantes. Y sin duda, no hay manera de describir lo excelso de su pluma.

 

 

Venezuela es su dolor, uno con el que se levanta todos los días a crear versos y prosas que den una idea a la humanidad de lo que es su país. “Lo que queda aquí,/ rodeado por Colombia, Brasil y Guyana/ frente a ese hermoso e imponente mar Caribe./ Esto,/ este corral al norte de América del Sur./ Esta republiqueta de vivos, sicarios y malhechores./ Esto/ que ya no es un país sino una parodia de República Bananera./ Esto no es Venezuela./ Este pozo de plomo y sangre, este luto en gerundio, este llanto que no cesa, no es el país del que nos canta el ‘Gloria al Bravo Pueblo’./ Esto, este solar de mansas colas de hambruna/ no es la tierra que parió a héroes independentistas./ Esto no es más que la república bolivariana de Venezuela. Así, con minúsculas. Disminuida y empobrecida,/ ensombrecida, envilecida y triste”. Ningún dolor se parece al expresado por el poeta que prefirió quedarse en casa para ser testigo de la destrucción de una nación completa.

 

 

Son ya más de 90 años de vida que complacen tanto a venezolanos como a extranjeros. Aprender de esta imagen humilde y llena de tristeza es más que un deber, es un privilegio para los ciudadanos. Dejarlo hacer con su creatividad lo que su imaginación le pida es uno de los mejores regalos. Desde una postura firme de izquierda, Cadenas se alejó de aquellas caretas y persiguió sus propios fantasmas, pero jamás se vio más alentado por el pueblo que en los últimos años. «Me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final”.

 

 

Sigue peleando consigo mismo como todos los días, cuenta sus poemas en prosa, da la vuelta al mundo dentro de su cabeza. Nada más perfecto que involucrarse con lo que realmente se vuelve de interés para el ser humano.

 

 

¡Aplausos para el poeta que nos enorgullece en esta Venezuela atribulada!

 

Editorial de El Nacional

 

vasco

 


Rafael Cadenas / Vasco Szinetar ©

 

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