La policía descarta un ataque terrorista y apunta por ahora a un único sospechoso
Al menos siete personas murieron, 51 resultaron heridas y 2 están desaparecidas al producirse este miércoles 17 explosiones, al parecer provocadas, que afectaron a numerosos edificios públicos en la región meridional china de Guangxi. Sin embargo, la policía local descarta el ataque terrorista.
Las explosiones se iniciaron en Liucheng, una cabecera de comarca de la región, y en otras zonas de los alrededores como la ciudad de Liuzhou, y afectaron a la sede del gobierno local, un hospital, una estación de autobuses, varias zonas comerciales y una prisión, según la televisión estatal CCTV.
Pese al alto número de explosiones en lugares estratégicos y a la sensible fecha -mañana China celebra su Día Nacional, el aniversario de la fundación del régimen comunista-, la policía local ha insistido en que descarta que grupos armados estén detrás de los ataques y apunta por ahora a un único sospechoso.
Este presunto autor, un vecino de Liucheng apellidado Wei y de 33 años, ya fue detenido, señaló la agencia oficial Xinhua.
Equipos de bomberos, policías, trabajadores sanitarios y otros efectivos están desplazados en las zonas afectadas para labores de rescate y atender a los heridos.
Imágenes enviadas por testigos a través de la red social Weibo (equivalente chino a Twitter) muestran los estragos causados por los explosivos, que destruyeron buena parte de un edificio de cinco plantas y afectaron a la fachada de una sede del gobierno comarcal, donde muchos cristales de las ventanas se rompieron.
También se ve a varias personas en el suelo, atendidas de urgencia, así como motocicletas y otros vehículos dañados por potentes explosiones, que llenaron de cascotes y escombros las zonas aledañas.
Investigaciones preliminares apuntan a que las explosiones podrían provenir de paquetes mandados por correo que contenían explosivos, por lo que la policía local ha pedido a los vecinos que no abran ningún envío sospechoso.
El suceso se produce en víspera del Día Nacional, una conmemoración del régimen comunista con fuertes connotaciones políticas en la que buena parte de la ciudadanía china disfruta de una semana de vacaciones, por lo que se incrementan las medidas de seguridad en muchas ciudades y zonas turísticas.
China ha sufrido durante años esporádicos ataques con explosivos contra sedes de gobiernos locales, especialmente en zonas rurales, donde muchos de los autores de estos atentados eran personas descontentas con decisiones de las autoridades, especialmente expropiaciones de tierras o demoliciones forzosas.
En septiembre de 2012, un antiguo trabajador de la construcción chino que quedó paralítico en un accidente laboral en 1994 y llevaba años pidiendo una indemnización a las autoridades murió tras detonar un artefacto explosivo durante una reunión con políticos locales para exponer sus quejas.
Meses después, en mayo de 2013, dos personas descontentas con otro gobierno local por un asunto de compraventa de tierras causaron una explosión en un edificio municipal en la provincia suroccidental de Yunnan, lo que causó cuatro muertos y 16 heridos.
En julio de 2013, un hombre de 34 años que había quedado paralítico por una paliza policial hizo estallar un artefacto que sólo causó un herido (el propio autor de la explosión) pero generó gran alarma al estallar en la Terminal 3 del Aeropuerto de Pekín, una instalación con extremas medidas de seguridad.
Por otra parte, en China se han registrado en los últimos años ataques con cientos de muertos que el régimen comunista sí considera ligados a movimientos terroristas, especialmente en la región de Xinjiang (noroeste), donde operan grupos separatistas que Pekín liga a redes yihadistas internacionales.
EFE