El gobierno chavista no descansa cuando se trata de hacerle la vida imposible a los venezolanos. Pareciera que ese es su único objetivo de existencia, además de aumentar sus cuentas en paraísos fiscales. Lo hacen por acción o por omisión, pero el resultado es el mismo. Ya el presidente de Fedeagro, Celso Fantinel, dijo públicamente lo que se temía: el aumento del diésel a 0,50 dólares incide directamente en los precios de los alimentos.
No es que esté descubriendo el agua tibia, porque desde que se supo del aumento de este combustible se vaticinó que lo que venía era la comida más cara, pero se trata de una persona que trabaja diariamente con los productores del campo, los pocos que sobreviven a esta debacle chavista. Fantinel conoce sus problemas y sus quejas, y por eso advierte que es el que está en el campo, el que trabaja para sembrar, el primero de los afectados. Va a tener que invertir mucho más de lo que gana para transportar su cosecha a los centros de acopio de la agroindustria o a los comercios.
El presidente del gremio afirma que ni siquiera podrán trasladar este incremento al costo de sus productos, por lo que la realidad los pone casi al borde de la quiebra. Los que pudieran sacar ese beneficio son los industriales o los comerciantes, y es allí en donde termina la cadena, pues para cuando el consumidor vaya al mercado no tendrá más remedio que pagar más o dejar de comprar.
Y lo que es peor en este panorama, los rubros que aumentarán serán los vegetales y productos como el azúcar, el café, la harina, el arroz, que son obviamente de primera necesidad y que ya en estas últimas semanas han tenido un aumento de más de 40%, de acuerdo con lo que se ha visto reseñado en la prensa.
Al final, los productores y los industriales sacan una conclusión muy triste, les sale mejor traer esos productos importados que sufrir en el campo sembrando sin la certeza de recuperar la inversión. Esta sería la estocada final para el agro venezolano, que ya atraviesa su peor momento.
Aumentará el desempleo, mucha gente que trabaja orgullosamente la tierra deberá buscar otra ocupación. La seguridad alimentaria que tanto pregonaba Chávez y que nunca consiguió, es cada vez más precaria, pues depende de los puertos, los precios internacionales de la materia prima y de las divisas, sin contar con la burocracia chavista.
Pero el que más sufrirá será el ciudadano, que nunca tendrá suficiente dinero para comprar los alimentos que necesita. Y eso es un crimen, porque con un niño que no pueda comer ya es demasiado. Aquí ya son miles los que están en esa situación.
Editorial de El Nacional