Estas elecciones bolivianas serán históricas no porque Evo Morales haya perdido la consulta sobre la modificación constitucional que le permitiría prolongarse en el poder, sino porque en el transcurso de la campaña surgieron denuncias y verdades que permitieron conocer las entrañas perversas de un régimen que, al igual que en Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador, alzaba su voz con aires de jueces supremos en contra de sus enemigos.
Hoy sabemos que mentían mientras acusaban a los contrarios de practicar el bandidaje contra los dineros públicos y colocaban, como bandera fundamental, su lucha dirigida a destruir los mecanismos y las redes de influencias construidas por el capitalismo y la gran burguesía con la única finalidad de canalizar en provecho propio las ganancias excedentes de la producción nacional.
Se ha constatado que estos supuestos revolucionarios mentían porque han salido a flote los multimillonarios saqueos del tesoro público que, bajo el ala protectora de los presidentes y altos funcionarios, se cometían en nombre de la soberanía nacional y de sus héroes históricos.
Tal fue su capacidad de apropiarse de la historia para usarla como escudo de engaño que convirtieron a Simón Bolívar en el padre de una pandilla de saqueadores. Nadie se había atrevido a tanto porque si bien dictadores y presidentes débiles y tortuosos usaron la memoria del Libertador y su honrosa imagen para apuntalar sus pillerías, nunca llegaron a profanar su tumba ni exhibieron públicamente sus huesos como espectáculo electoral y político.
Mientras la espada de Bolívar recorría América Latina, detrás caminaban las sombras de la delincuencia, la corrupción, el chantaje político, el narcotráfico, el enriquecimiento personal o familiar, la compra de armas y la entrega de las respectivas comisiones millonarias que incentivaban la exportación de euros y dólares hacia ávidas cuentas secretas en bancos estadounidenses y europeos.
Bolívar, ejemplo de honestidad y sencillez, que al morir apenas poseía dos mudas de ropa, fue trasmutado por un grupito de civiles y militares en el patrón de comportamiento inmoral que siempre combatió el Libertador.
Cuando recordamos que Evo fustigaba a la burguesía ladrona e inmoral de Bolivia, no podemos sino sonreír porque salen a la luz dos escándalos que hundieron su maniobra electorera para prolongarse en el poder.
De acuerdo con las informaciones de las agencias de noticias “la situación se complicó para el mandatario indígena por un escándalo de supuesto tráfico de influencias en favor de la empresa china CAMC, en la que su ex pareja Gabriela Zapata trabaja como gerente comercial. La firma logró contratos públicos por unos 560 millones de dólares en Bolivia y el caso es investigado en el Congreso”. Que capacidad de hipocresía.
Pero no sólo eso: paralelamente, Evo fue “salpicado además por un escándalo que involucra a decenas de líderes campesinos, algunos cercanos a él, investigados por un fraude de 2,5 millones de dólares a un fondo de fomento indígena.
Editorial de El Nacional