«Nuestro mundo de azules boinas os invita su voz a escuchar: empujad hacia el alma la vida en mensaje de marcha triunfal» Himno de la UCV
La boina azul es símbolo de la Universidad Central de Venezuela. Se remonta a la Universidad de comienzos del siglo XX en la que se fraguó una generación de estudiantes que cambió el destino del país para siempre: la Generación del 28.
El rasgo distintivo de esos estudiantes era una boina de color azul. Cuentan que en la Caracas de comienzos de siglo, como en la Venezuela de hoy, la gente tenía una honda reverencia por los estudiantes y por sus luchas. No fue fácil, hubo cárcel, exilio y tortura en las cárceles venezolanas.
Todo comenzó en los carnavales de 1928, en pleno gobierno de Juan Vicente Gómez. Nada de raro tiene que sea durante los carnavales cuando las máscaras se hacen más evidentes, porque muchas se confunden con el verdadero rostro. El carnaval fue históricamente expresión de la libertad del ser humano. Durante la Edad Media, al menos durante una semana, el hombre medieval podía recuperar la idea de libertad que desde antiguo había soñado. Fue durante el carnaval de 1928 cuando la libertad volvió a anunciarse en Venezuela.
El programa de la celebración estudiantil para el carnaval de ese año fue el siguiente:
·Desfile desde la Universidad Central de Venezuela hasta el Panteón Nacional, en homenaje a los próceres de la Independencia (En esa época los estudiantes podían marchar por el centro de la ciudad).
·Coronación de la reina de los estudiantes Beatriz I (Beatriz Peña Arreaza), en el Teatro Municipal de Caracas (En ese tiempo un grupo opositor podía tener acceso a los teatros del Estado).
·Recital de la juventud en un teatro ca-pitalino.
·Concentración juvenil en La Pastora.
En la historia venezolana los estudiantes siempre han dejado el alma en la construcción de un país libre y democrático. Se es estudiante para soñar mundos y tener esperanzas. En tiempos de Gómez no había posibilidad de fotografiar las atrocidades, como sí existen hoy.
Quién sabe qué de cosas parecidas a las de estas semanas registraría la memoria. Solo tenemos los testimonios escritos, las historias que contaron los sobrevivientes e incluso los poemas, que fue, quizá, la manera más hermosamente triste de relatar lo que en las cárceles acontecía.
De más está decir que un grupo numeroso de estudiantes fueron encarcelados tanto en La Rotunda como en el Castillo de Puerto Cabello. Los estudiantes siempre han pagado caro en Venezuela el deseo de pensar libremente. Esta semana, nuestra Alma Mater ha sido nuevamente vejada por la fuerza, no es nada nuevo. Sucedió en el pasado y volverá a suceder. Lo hermoso de la lucha justa y civil de los estudiantes es que llenan de orgullo el corazón de sus madres de antes y de hoy.
Todo pasa. Incluso Gómez pasó. Y en el Castillo de Puerto Cabello se lanzaron al mar los grillos como símbolo de que nunca más un hijo de esta tierra debía ser vejado por otro hijo de esta tierra por su manera de pensar. Andrés Eloy Blanco dio el discurso y dijo: «Hemos lanzado al mar los grillos de los pies, vayamos ahora a la escuela a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque un pueblo ignorante es presa fácil de la tiranía».
La tarea sigue pendiente.
Editorial del Tal Cual
Humor En serio Por Laureano Márquez