En una Bogotá diariamente congestionada por los atascos, el ‘día sin carro’, que se celebra el primer jueves de febrero, es un soplo de aire fresco porque solo pueden circular taxis o autobuses, pero no automóviles particulares.
Este año, la Secretaría de Ambiente capitalina estima que con esta jornada se puede llegar a una reducción de las emisiones de CO2 del 56 %, un aumento del 4 % respecto a las expectativas del año pasado.
Bogotá amaneció este jueves soleada y con una mejor calidad del aire, que se sitúa por primera vez en meses en un «riesgo bajo o moderado, una mejora sustancial a cómo amanecía la ciudad estos últimos días por los incendios forestales», dijo la secretaria de Ambiente, Adriana Soto.
Así, desde las cinco de la mañana y hasta las nueve de la noche, los automóviles particulares que suelen generar los trancones en la ciudad, apagan sus motores, se quedan estacionados y sus propietarios tienen que elegir entre bicicletas, taxis o hacer uso del transporte público.
Todo ello para disminuir la contaminación, tanto ambiental como auditiva, y animar a los bogotanos a hacer uso del transporte público y de las ciclovías, ante lo que se prevé que dejen de circular más de 1.850.000 vehículos particulares y 430.000 motocicletas.
Esta iniciativa comenzó en el año 2000 y fue una «decisión de los ciudadanos», pues ese año se convocó una consulta popular, como precisó el alcalde de la capital, Carlos Fernando Galán, esta mañana para inaugurar el ‘día sin carro’, tras lo que insistió en que esperan que esta jornada «tenga el impacto que se preveía desde el principio».
El ‘día sin carro’ se celebra en la ciudad desde el 24 de febrero de 2000 y, tras 24 años, los habitantes de la capital ya se han habituado a la restricción de transporte que sucede anualmente el primer jueves de cada febrero.
Esta iniciativa se suma a la ya conocida ciclovía, que habilita las principales avenidas de la capital los domingos y festivos desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde para el uso de ciclistas, patinadores o caminantes.
EFE