Cuidadoso, formal, culto, Ramón Guillermo Aveledo navega fluidamente sobre cualquier tema, en especial los de historia y política, de los que sabe bastante. A sus 64 años se muestra realizado, obsesivo con el orden. Vicioso de leer, casado y con tres hijos. «Si me voy del país, muero de la tristeza», dice con sensibilidad.
Nos recibió en las instalaciones del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, un centro que preside y convoca a un prestigioso grupo de intelectuales, parlamentarios y juristas que promueven investigación, intercambio y difusión de ideas sobre esas materias.
Sostiene de manera contundente que la IV República fue el período de estabilidad más prolongado en la historia de Venezuela y el único que estuvo gobernado exclusivamente por civiles.
Chávez rescata la figura de Bolívar y renueva el pensamiento bolivariano. ¿Qué opinión tiene Ud. al respecto?
Varios gobiernos venezolanos ha acudido a este recurso; pero ninguno como este, aunque observo que en los últimos tiempos la figura del Libertador ha venido siendo sustituida por la figura del Comandante Eterno. Por ahí se va deslizando la versión oficial. Guzmán Blanco lo usó mucho cuando el centenario de su natalicio y López Contreras llamó a su partido “las Cívicas Bolivarianas”. Y cuando la Revolución de Octubre de 1945, los adecos decían de ella que esa era la segunda independencia. Hay, pues, una reiteración en el uso de Bolívar en la política del presente. El difunto presidente Chávez decía que él era el tercer comandante después de Dios y de Bolívar, lo cual era una posición bastante ventajosa, si a ver vamos, porque ni Dios ni Bolívar estaban aquí. Entonces vemos la constante sesión de espiritismo que es la propaganda oficial: Chávez vive, la lucha sigue. Ahora entendemos que el actual presidente debe ser el cuarto comandante. Bolívar tiene un papel importantísimo en la historia. Por un lado, desde el punto de vista real, condujo la independencia y desde el punto de vista político fijó unas metas: la integración latinoamericana. Por otro lado, Bolívar es un símbolo para los venezolanos, por lo que meterlo en la política cotidiana no ha servido para fortalecerlo, sino al contrario, pues una parte de los venezolanos lo aprecia y la otra lo ve como si fuera un dirigente político, y un país no debe perder los símbolos que representan la unidad nacional.
La oposición utilizó su nombre en el comando de campaña en las elecciones pasadas.
No estuve de acuerdo. Fue una propuesta del gobernador Henri Falcón. La mayoría consideró que era correcto. Yo discutí bastante, pero perdí y acepté.
La palabra “unidad” está en boca de todos. Por un lado, unidad, lucha, batalla y victoria; por el otro, Mesa de la Unidad Democrática. Si hay problemas comunes, ¿por qué no se han unido?
En el mundo de la alternativa democrática hay unidad. Es propio de los grupos variados y diversos tener retos y dificultades por resolver, pero ahí va. La oposición ha demostrado ser resistente. Yo creo que la estructura de la Mesa de la Unidad es antisísmica, pero cuando se mueve lo hace durísimo y parece que se fuera a derrumbar; pero al final siempre se mantiene paradita y ha podido resistir todos los embates. Cuando desde el lado del gobierno se dice unidad, se llama a la batalla, que es una visión bélica, una visión militar de la política. Y eso, ni más ni menos, es una versión de la antipolítica, pues la política es lo contrario del enfrentamiento armado; es la búsqueda de la solución por las buenas de los problemas y diferencias que siempre existen. Los problemas son tan grandes en Venezuela y más agudos y serios que afectan cada vez a más gente. Cuanto hay que mirar es a la unidad nacional, que es muy difícil de lograr, pero muy necesaria…
¿Por qué no hay unidad nacional con respecto a temas puntuales de los cuales somos víctimas todos? El Presidente ha llamado a la suma de esfuerzos. ¿Cuál es la posición de la MUD y la suya?
Es raro que con una mano llama y con la otra aleje. Por un lado, dice que hace falta todo el mundo; por el otro, toma decisiones como la detención arbitraria de los directivos de Farmatodo y de los de Día Día, en el empeño de mantener la fantasía de una guerra económica. El Presidente tuvo sentado en la mesa de negociaciones a Fedecámaras y empezaron a hablar; pero esos diálogos sobre el tema económico se acabaron. No había avance. El gobierno prefiere tener a Fedecámaras como enemiga en lugar de aliada. Lo mismo ocurre con el mundo sindical. No ha querido fortalecer un movimiento sindical fuerte y respetar su autonomía por tener a su lado uno postizo que debe cambiar constantemente porque cuando un dirigente sale respondón defendiendo los intereses de los trabajadores, lo excluyen o lo quitan. Con la política sucedió lo mismo. La MUD dio el paso de sentarse a dialogar. Por cierto, en esa ocasión presentamos un documento con respecto al tema económico y advertíamos que, si no había rectificaciones, todo cuanto está sucediendo ahora iba a pasar.
¿Qué lo llevó a salir de la coordinación de la MUD?
La verdadera razón fue la que dije en ese momento. El sentido de la secretaría ejecutiva es el de procurar los consensos en el seno de la Mesa Democrática, y como yo tengo opiniones y creo en una manera de concebir las cosas, mi nombre estaba vinculado más a la polémica que al entendimiento. Consideré que lo más prudente era que me hiciera a un lado para que otra persona pudiera cumplir esas funciones mientras yo me quedaba como militante a la orden de la Unidad, por lo que, en el mes de noviembre, me propusieron los partidos que asumiera la Coordinación Internacional de la Mesa y así lo he hecho.
¿Qué se espera de la MUD este año?
Pienso que se fortalecerá como alternativa estando unida, proponiendo un mensaje que esté en sintonía con lo que la gente quiere. Hay una frase de Donoso Cortés, un español del siglo XIX, que dice: “Hay que unirse, no tanto para estar juntos como para hacer algo juntos”. Esa es la idea. Es estar unidos para presentarle al país una alternativa creíble de un gobierno distinto y mejor que el actual.
Leopoldo Puchi señala que es irreversible la fractura de la MUD. Identifica dos grupos: Primero Justicia, AD, Un Nuevo Tiempo y por el otro lado el Congreso Ciudadano, que suma los partidos de Leopoldo López y María Corina Machado.
Respeto mucho a Leopoldo Puchi y tengo la mejor opinión de su criterio político; pero la verdad es que eso no coincide con las informaciones que yo tengo. No sé si más bien esté escribiendo eso de acuerdo con sus deseos más que con datos objetivos.
¿Cómo coexisten en la MUD cosas tan diversas?
Con discusión y con respeto coexisten y conviven.
¿Estarán dispuestos a tener diputados comunes? ¿Cómo será la elección de los candidatos?
Será ligadita: unos por acuerdo y otros por primaria, y será posible como lo fue hace cinco años.
¿Le gustaría ser parlamentario de nuevo?
Ya lo fui en tres oportunidades. Eso no está planteado.
¿Y gobernador?
Lo que quise ser siempre fue segunda base de los Cardenales, pero como ya ando en los 64 años, pienso que hay que darle oportunidad a una nueva generación. Y no tengo otra aspiración pendiente.
Presos políticos o de los políticos presos
Como abogado, defendería las causas de Leopoldo López, Ceballos, Scarano…
¿Qué diferencia tienen sus causas?
He escuchado eso de los políticos presos anteriormente. En eso tampoco es demasiado creativo el gobierno actual. Fíjate, las causas que son conocidas son característicamente políticas y no hablo en mi nombre. Eso lo han dicho grupos de trabajo sobre derechos humanos en Naciones Unidas y otro conjunto importante de instancias internacionales que han sido claras en señalar que esas personas sufren una prisión arbitraria por motivos políticos. En el caso específico de Leopoldo López, se trata de configurar una acusación en un juicio que nunca concluye y no avanza. Se habla del efecto que pudieron haber tenido sus opiniones y están haciendo análisis psicológicos acerca de los “mensajes subliminales”. Ese es un término científico que no me siento autorizado para usar, según los cuales estos propiciaron la violencia. Necesariamente no puedo estar de acuerdo con las actitudes de Leopoldo López o de otros de los compañeros presos, pero esas actitudes no constituyen delito. Los desacuerdos políticos no son delito. Los delitos tienen que estar tipificados en el Código Penal, por lo que tendrá muchas dificultades la administración de justicia venezolana para justificar cómo calzar la conducta de esos dirigentes con algún tipo delictual.
¿Qué me dice de guarimbas, paros, violencia, insultos? ¿Qué observa de los radicales de ambos bandos?
Tengo una observación sobre el término radical. La gente lo usa para denominar lo que antes se consideraba extremista. Radical tiene que ver con raíz y un talante, el talante intolerante, violento, agresivo, que se parecen mucho. Hay una gente que opta por la agresividad sectaria a la izquierda y otra a la derecha. El espacio más ancho está en la moderación y la necesidad está en cultivar uno muy amplio, de entendimiento entre opciones distintas, que las hay.
¿Usted estaría de acuerdo con un golpe?
Por supuesto que no. Y no lo estuve el 4 de febrero, que fue un golpe. Lo malo es que hay gente que está con los golpes cuando les gusta y les conviene y en contra de los golpes cuando no les gusta. Soy partidario de los caminos de la Constitución, de la democracia, y como decía Gallegos, creyente del imperio de las leyes bien cumplidas. Ahora bien, así como no estoy de acuerdo con las guarimbas que le causan malestar a la población, tampoco lo estoy con las que se arman en el Tribunal Supremo de Justicia, en el CNE o en la Fiscalía y que se agarran de la Constitución no para que sea un espacio de encuentro de los venezolanos, sino para que sea un arma arrojadiza de unos venezolanos contra otros.
Pastrana, Calderón, Piñera… (suelto los nombres y quedo a la expectativa)
Si el gobierno hubiera permitido que visitaran a Leopoldo López, no habría pasado nada. Ni me lo preguntarías. Habría sido noticia de un día en los periódicos y luego se olvidaría. El gobierno metió la pata al no dejarlos entrar a ver a los presos, porque lo que hace es aumentar la sospecha que existe alrededor del gobierno en el exterior. Además, ese aluvión de insultos que les profirieron a los ex presidentes después. Con Piñera, Chávez se la llevó muy bien, y con Pastrana, Chávez como lo llamaba era “mi hermano Andrés”. Con el presidente Calderón sí hubo diferencias, pero no como para convertirlos en “monstruos fascistas”.
¿Usted piensa que hay intervencionismo norteamericano para “hacer chillar” la economía?
A la economía venezolana la hacen chillar las acciones y las omisiones del gobierno, sus políticas y sus indecisiones. Si sigue así como viene, va a chillar menos, va a quedarse en silencio, ahogada completamente. Si en Estados Unidos hubiera un plan para interve nir en la economía venezolana, la manera más diabólica de llevarla adelante sería dejar que este gobierno siga desarrollando sus políticas.
¿Usted piensa, entonces, que no hay injerencia de los Estados Unidos?
Me gustaría ver un elemento de juicio para poder decir: “Sí hay intervención”, pero no veo ningún elemento objetivo para tal afirmación. Fíjate que los Estados Unidos nos han estado comprando y pagando puntualmente el petróleo que le vendemos.
¿Qué opina de la gira del presidente Maduro?
Cuando vea resultados, opinaré.
¿Hay una guerra económica en Venezuela?
Sí, hay una guerra del gobierno contra la población y del gobierno contra la producción.
¿Considera que deben ir presos los acaparadores y los dueños de las grandes empresas señalados de manejos impropios?
Para que alguien sea puesto preso, debe demostrarse que hay delito. La seguridad jurídica es parte indispensable de la vida ordenada en una sociedad. Quien haya cometido delito, que vaya preso y sea procesado; no que el Ejecutivo anuncie que alguien va a ser puesto preso y luego vienen las acciones apresuradas para cumplir esas instrucciones.
Si tuviese el poder de tomar algunas medidas para solventar problemas del país, ¿cuáles serían?
1) Decretaría un indulto o sobreseimiento a gente que está presa sin ninguna justificación.
2) Sinceraría el diálogo con los empresarios, con los trabajadores y con la oposición en busca de caminos para normalizar el país.
3) Procuraría aprovechar el inmenso caudal de conocimientos que hay en las universidades en lugar de asfixiarlas. Oiría su opinión sobre el problema del petróleo, sobre cuánto están investigando en materia de economía, de salud, de seguridad…
Fuente: UN