«Firulay» es un chofer veterano que lleva años en el volante y conoce las rutas clandestinas de ingreso a Tumbes. Sabe cómo funcionan las mafias de transportistas que estafan a los extranjeros desesperados por entrar a Perú. “Esta trocha era usada por los coyotes que transportaban a los haitianos. Los pasaban de noche y a plena luz del día también. Es que no hay control aquí”, dice mientras avanza por la carretera llena de basura.
Es un camino que se desvía a la derecha, antes de entrar al Centro Binacional de Atención Fronteriza (Cebaf) de Tumbes, el único paso terrestre autorizado para el ingreso regular de extranjeros al país. La llaman “Loma Saavedra” y es aprovechada por taxistas informales que merodean el control migratorio.
Muchos de ellos ingresan al Cebaf para ofrecer su servicio informal ante la presencia de policías y agentes de migraciones. «Firulay» dice que hace unos días se pelearon con los taxistas formales del Cebaf, cuyos vehículos son de color blanco. Algunos venezolanos acceden al servicio informal porque es más barato: cuesta 2 dólares menos que los 10 dólares que cobra la agencia oficial.
Poca vigilancia
Hernán Loayza, gerente de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Tumbes, conoce al igual que Firulay las rutas clandestinas por donde ingresa contrabando, drogas y también extranjeros. Uno de estos puntos es el Puente Internacional de Aguas Verdes. Allí, una policía contó a El Comercio que ellos no pueden intervenir a ningún ciudadano, pese a que ven pasar drogas, petróleo de contrabando y hasta extranjeros indocumentados.
Este jueves recién se instaló en esta zona un módulo de Migraciones, cuya función es informar a los venezolanos sobre el trámite del Permiso Temporal de Permanencia (PTP) e instarlos a ingresar por el Cebaf, que es el único punto de control que cuenta con el sistema decadactilar y registro fotográfico.