El aspecto urbano de Londres cambiará en los próximos años con la planeada construcción de más de 200 rascacielos de oficinas, viviendas y hoteles, debido a la llegada de empresas que apuestan por invertir en la capital británica.
Desde que Londres tuvo su primer «rascacielos» en 1098, cuando se construyó la fortaleza central de la famosa Torre de Londres, de 27 metros de altura, la ciudad ha sufrido cambios, con bloques cada vez más altos, especialmente en la zona financiera.
Lejos de llegar a su fin, la planificación urbana de Londres vivirá otra importante revolución hasta el año 2020, con la planificación de 236 nuevos edificios de más de 20 plantas.
Estos bloques aparecerán principalmente en el centro y este de la ciudad, según ha señalado un informe hecho público por el grupo New London Architecture (NLA, siglas en inglés), un foro de debate sobre el futuro de la arquitectura en la capital británica.
El motivo, según ese grupo, radica en el incremento de la llegada de inversores con importante poder adquisitivo y constructoras que apuestan por Londres para hacer grandes edificios.
Desde NLA recuerdan que los nuevos bloques previstos, que doblaran el número de grandes construcciones con las que cuenta Londres en la actualidad, «han de tener en cuenta los edificios que las rodean» y proteger espacios singulares y de interés «para asegurar que el nuevo desarrollo a gran escala se puede insertar en una ciudad histórica, sin destruir su carácter».
El 80 % de los nuevos edificios, que ya están en construcción o han recibido el permiso de los ayuntamientos, serán viviendas, aunque también habrá varios destinados a albergar oficinas de empresas y multinacionales, así como ocho hoteles.
La mayoría de estas edificaciones tendrán una altura de entre 40 y 49 plantas, mientras que una veintena llegarán hasta las 50 y dos de ellas tendrán 75 pisos.
«Hay que asegurarse que los ayuntamientos tengan las competencias urbanísticas para garantizar que los nuevos edificios estén bien diseñados y construidos y que hagan una contribución positiva al medio ambiente», dijo a Efe Peter Murray, presidente del grupo de arquitectos del NLA autor del informe.
Desde el ayuntamiento del barrio londinense de Westminster han alertado del riesgo de la proliferación de este tipo de construcciones.
La directora de planificación de ese consistorio, Rosemarie MacQueen, ha dicho que esto «podría tener efectos perjudiciales para algunos de los lugares más conocidos y sensibles de Londres, como los parques reales o la plaza del Parlamento, que juegan un papel tan importante en la vida cultural y económica».
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Londres, el encargado de planificación, Edward Lister, destacó que «no se puede imponer una congelación en el perfil de la ciudad» y consideró que la clave es «discutir si un edificio constituye una contribución positiva al ámbito urbano y a la prosperidad de Londres y los londinenses».
Además, Matthew Carmona, profesor de planificación y diseño urbano en la University College London (UCL), dijo a Efe que «ya existen áreas de conservación» en algunas zonas céntricas de la ciudad y aseguró que la proliferación de construcciones altas no supone un problema «siempre que se ubiquen en zonas apropiadas».
«Si en unos años haces un recorrido por el Támesis observarás un perfil de Londres muy diferente al actual, pero en los suburbios estos cambios no estarán tan presentes», ha concluido Carmona.
Desde 2010, Londres cuenta con el edificio más alto de la Unión Europea (UE), el «Shard», de 300 metros de altura y 87 pisos dedicados a oficinas, viviendas de lujo, un hotel de cinco estrellas, un restaurante y un mirador desde el que se puede divisar la capital británica.
Fuente: Agencias