La ciencia “tiene la palabra” ahora en los temas polémicos de la lucha antitabaco como las nuevas regulaciones y las opciones que buscan reducir el riesgo al fumar, dijo hoy a EFE Deborah Ossip, presidenta de la Sociedad para la Investigación de la Nicotina y el Tabaco.
“Hay que ser muy cuidadosos. En varios de estos temas no hay consenso y se requiere mucho trabajo”, afirmó Ossip en el marco del XXIII encuentro anual de la organización, que se extenderá hasta el próximo fin de semana en Florencia, norte de Italia, y que reúne a más de mil especialistas y representantes de salud pública de todo el mundo.
La presidenta del grupo de investigación se refirió a los nuevos dispositivos de administración de nicotina, que han centrado las ponencias en Florencia, y señaló que se trata de un asunto “incierto” que la “ciencia debe resolver”, en especial ahora que están entrando al mercado de varios países y se han revelado indicios de reducción de riesgo.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que cada año cerca de seis millones de personas mueren por alguna enfermedad relacionada con el tabaco, mientras que entre el 90 % y el 95 % de los fumadores que intenta dejarlo sin ayuda recae.
En respuesta, científicos y la propia industria tabacalera han impulsado el desarrollo de alternativas “menos dañinas” que el cigarrillo.
Como coordinadora de un grupo que ha asesorado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la implementación del Convenio para el Control del Tabaco, Ossip valoró el tema científico al subrayar que las decisiones políticas y normativas dependen de “lo que la evidencia muestre”. “Las autoridades deben diseñar medidas basadas en la ciencia”, insistió.
“El problema es que aún no hay claridad y se mantienen dudas”, sostuvo la también directora del Programa de Investigación del Tabaco en el Departamento de Ciencias de la Salud Pública en la Universidad de Rochester (EE.UU.).
Ossip considera que, mientras se aclara el panorama, es necesario concentrarse en los puntos aprobados en el Convenio para el Control del Tabaco, primer tratado internacional para coordinar y dar fuerza a la lucha antitabáquica mundial y que, según un informe presentado en diciembre, evitó más de 22 millones de muertes entre 2008 y 2014.
Esas estrategias, encaminadas a reducir el consumo mundial de tabaco en un 30 % para 2025, son impulsar ambientes libres de humo, apoyar a las personas para que dejen de fumar, la prohibición de publicidad, promoción y patrocinio y el aumento del precio y los impuestos al tabaco.
“El consumo de tabaco sigue siendo la principal causa prevenible de muerte prematura en el mundo”, manifestó Ossip, al destacar que la investigación sobre el uso de tabaco y nicotina “es ahora más importante que nunca para tomar las decisiones basadas en evidencia para proteger la salud pública”.
“Hay que trabajar en los dos frentes, sin descartar las investigaciones sobre reducción del riesgo”, entre las que se refirió a la que calienta el tabaco por debajo del punto de combustión y cuya base es que el daño no lo produce la nicotina, sino el proceso que se produce al encender un cigarrillo.
“Es una propuesta realista, válida, pero la ciencia tendrá que hablar”, añadió.
La presidenta de la sociedad también nombró experiencias como las de Suecia, donde se permite la venta de una pasta de tabaco llamada “snus”, cuyo consumo ya supera al del cigarrillo, pero afirmó que “no es claro” el efecto que puede tener una iniciativa similar en otros países.
“La prioridad en todos caso es proteger a las personas del humo”, expresó.
La Sociedad para la Investigación de la Nicotina tiene miembros en 40 países y ha trabajado desde 1994 con la OMS y los Gobiernos para establecer políticas sobre la publicidad y los impuestos al tabaco y ha participado en debates sobre la prevención del fumar en la familia y los cigarrillos electrónicos.
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Por Confirmado: María González