El aumento del pasaje del transporte público de 3 reales (1,40 dólares) a 3,20 (1,50 dólares) desató la ira de los brasileños. Luego, la desmedida represión por parte de los cuerpos de seguridad a las protestas aumentaron el descontento de quienes reclamaban. La presidenta del país, Dilma Rouseff, trató de restar importancia a la revuelta afirmando que es «natural de un sistema democrático».
Fuente: EDC