Mandela, símbolo de la lucha contra el apartheid
En Orania, ubicada en el desierto de Karoo, en el corazón del Cabo Norte de Sudáfrica, el espíritu del apartheid sigue vivo
Fue en 1942 cuando nació el Partido Nacional afrikáner, simpatizante con la Alemania nazi y que tenía como líder al pastor calvinista Daniel François Malan, cuya intención no era otra que la de institucionalizar la segregación. Con su lema, «El hombre blanco debe ser siempre el amo», abrió un capítulo de la historia de Sudáfrica que marcó al país para siempre. Seis años más tarde de su nacimiento, este partido logra hacerse con el poder gracias a su victoria en las elecciones y, de la mano de diversas demarcaciones electorales, se mantuvo en el poder hasta las primeras elecciones democráticas de 1994.
Con el PN se prohibieron los matrimonios mixtos y el sexo interracial se ilegalizó. Todo individuo comenzó a ser clasificado por su raza, y la llamada «Group Areas Act» (Ley de Delimitación de Zonas) condujo a la separación física de zonas residenciales. Por otro lado, «La Separate Amenities Act» (Ley de Segregación en los lugares públicos) dio pie a la creación de servicios e instalaciones públicos separados. A todo estoy hay que sumarle el hecho de que las leyes segregacionistas se reforzaron prohibiendo a los negros, entre otras medidas, permanecer en las ciudades o incluso visitarlas sin contar con un permiso específico.
Son las bases de un movimiento que perduró pese a la exclusión mundial que le supuso al país y con el que nació el símbolo de la liberación de la raza negra: Nelson Mandela. En la actualidad aún se viven capítulos que hacen que los fantasmas de aquel pasado sigan vivo. Es el caso, por ejemplo, de lo sucedido en 2012, cuando las ejecuciones extrajudiciales, la represión violenta en manifestaciones y las torturas estuvieron presentes en la actuación de la Policía de Sudáfrica, dieciocho años después del régimen racista. Entonces, la comisión de investigación de la matanza de Marikana, removió los fantasmas del pasado, tal y como explicaba el corresponsal de ABC en Johannesburgo, Jaime Velázquez.
Fantasmas del pasado
El 16 de agosto de aquel 2012, la Policía sudafricana abrió fuego contra una manifestación de mineros en Marikana (Rustenburg) y causó la muerte de 34 personas frente a las cámaras de televisión. Las imágenes dieron la vuelta al mundo e hicieron recordar a los sudafricanos los episodios más violentos del apartheid, como la masacre de Shaperville de 1960, en la que 69 personas murieron a manos de la Policía, o la matanza de estudiantes de Soweto de 1976.
Es un caso relativamente reciente que puso de manifiesto hasta qué punto aún quedan heridas por curar. Ahora, la BBC, de la mano de sus periodistas Pumza Fihlani y el Stanley Kwenda, ha puesto voz e imagen a un lugar de Sudáfrica, el último, en el que sólo viven personas de raza blanca.
Fihlani y Kwenda se convirtieron en los únicos ciudadanos negros con permiso para pisar Orania, ubicada en el desierto de Karoo, corazón del Cabo Norte de Sudáfrica, ciudad fundada en 1991 y en la que el sistema de segregación racial sigue vivo. Así, ambos ha narrado cómo es vivir en un lugar de aproximadamente 1.000 habitantes en el que sólo hay afrikáners, descendientes de colonos holandeses.
«No encajamos fácilmente en la nueva Sudáfrica. Orania fue una respuesta a no dominar a los demás y a no ser dominados por nadie», ha asegurado el líder de la comunidad, Carel Boschoff, a la cadena británica. Eso sí, desde esta ciudad aseguran no estar contra los negros, sino «a favor» de ellos mismos.
Miedo a la violencia
En Oriana cuentan con bandera propia, con un pequeño hombre dibujado y los colores azul y naranja de fondo. Se trata de un lugar tranquilo que además destaca por el gran número de iglesias que tiene. Su existencia se da gracias a que está protegida por la Constitución de Sudáfrica a través de una cláusula que garantiza el derecho a la autodeterminación, introducida para tranquilizar a los descontentos con la transición democrática
A la hora de buscar qué puede llevar a una persona a querer abandonar todo por vivir en un lugar así, la respuesta reside en el miedo a la violencia existente en Sudáfrica. De ahí que, según los datos recogidos por la BBC, funcionarios de Orania aseguren que su población crece al año un 10% desde la fundación de la ciudad.
Fuente: ABC