Medio cuerpo quedó en la carretera y la otra mitad sobre la acera. El charco de sangre se extendió hasta la entrada de la casa sin número, de la avenida 97 del Barrio Obrero, parroquia Venancio Pulgar. A Kevin Jesús Velásquez, de 20 años, le dispararon ayer al menos seis veces entre la cara y el pecho, según lo describió un oficial de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) que resguardaba la escena del crimen.
Los testigos, tres residentes del sector que se negaron a dar su identidad, coincidieron en que, a las 5.30 de la tarde, dos hombres, delgados y con gorra, montados en una moto le llegaron de frente a Velásquez y el parrillero le vació el arma. El joven cayó boca arriba, balbuceaba sangre, mientras sus homicidas escapaban y los averiguadores corrían al interior de sus viviendas.
Los uniformados revisaron el cuerpo y tenía la cartera, el celular y otras pertenencias. Un joven se les acercó a los funcionarios para reconocer el cuerpo. Se cercioró de que era su primo a quien habían asesinado. Refirió que no tenía problemas con nadie y que vivía en el barrio Guaicaipuro con sus padres, que lo atacaron cuando regresaba del trabajo. Otro muchacho comentó, entre dientes, en un grupo de averiguadores que era «la tercera vez que lo intentaban matar». La primera fue por Guaicaipuro y la segunda en la Curva de Molina.
Dos tías de Velásquez levantaron la sábana floreada que una vecina coloco sobre el cadáver. No lloraron. Se sentaron en la acera con un centenar de curiosos alrededor que no se movían, a pesar de la oscuridad, para ver al muerto. Conversaron en voz baja con los inspectores de la Policía científica que elaboraron el informe del deceso. Ellas serían las únicas declarantes, porque los lugareños se negaron a colaborar por temor a que las bandas que azotan el barrio los agredan «por sapos».
«Aquí uno no se puede poner cómico. Todo se sabe y quienes dominan la zona saben quién es cada quién. Pa’ acá no entra la Policía si no es a levantar a un muerto».
Vecino. Anónimo
Fuente: La verdad