Armas y obreros

En los libros de texto elementales de economía es tradicional utilizar las armas y la mantequilla como ejemplo de alternativas ante la disyuntiva de elegir. En el caso del actual gobierno de Venezuela parece que ante ambas opciones se inclina por las armas. Porque mantequilla no hay, ni margarina. Y las armas se ofrecen urbi et orbe, después de haber gastado la renta petrolera en comprarlas en ultramar a quienes saben producirlas.

 

La última manifestación del embeleso oficial con las armas de fuego es la declaración del Presidente de la República actuante de que entregará pistolas y fusiles a los obreros. El motivo para hacerlo y los objetivos que se persiguen con tal curso de acción no están claros.

 

Pero en todo caso constituye una ofensa para nuestras fuerzas armadas, las cuales se supone que han sido adiestradas y deben estar siempre en capacidad de garantizar la institucionalidad, el orden público y la paz interna de la nación.

 

Si acaso la intención fuera la de defender con tales armas al actual gobierno contra agresiones internas o externas, el cálculo pudiera estar equivocado. Porque los obreros, y la población en general, ya han demostrado de manera pacífica que no apoyan a quienes detentan los poderes públicos y han manifestado abiertamente que aspiran a un cambio de políticas.

 

De manera que con la decisión de repartir armas le pudiera al Gobierno salir literalmente el tiro por la culata y éstas pudieran se utilizadas no para defenderlo sino para exigirle cumplir con sus obligaciones y promesas hechas en cada campaña. Para obligarlo, por ejemplo, a negociar los contratos colectivos vencidos.

 

La situación pudiera resumirse, recurriendo al ejemplo inicial, en la afirmación de que los obreros prefieren la mantequilla (y otros innumerables bienes de la cesta básica) a los fusiles. Y que, por tanto, sería mejor que se abastecieran los expendios y mesas familiares, a dedicar esfuerzos a organizar y dotar a las llamadas milicias obreras bolivarianas. Así como estaríamos más tranquilos si los rifles comprados a Rusia, China y otros países asiáticos continuaran oxidándose en los depósitos en vez de ser lanzados a la calle y puestos en manos inexpertas.

 

Los esquiroles y fuerzas de choque obreras oficialistas ya han causado suficiente daño a los verdaderos trabajadores y a los movimientos sindicales de los sectores público y privado como para que se les potencie con la entrega de armas y se pretenda que puedan sustituir las funciones que por la Constitución y las leyes les corresponden a las fuerzas armadas y policiales.

 

Por ello es de esperar que las declaraciones de Maduro sean sólo una bravata o una incoherencia más de las que ya nos tiene acostumbrados. En un país serio los otros poderes públicos ya lo hubieran llamado al orden. Como aquí se abstienen, debemos hacerlo los simples ciudadanos.

 

Fuente: EN

Editorial de El Nacional

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