Los dos años consecutivos de recesión económica de Argentina y Venezuela, y el crecimiento «anémico» de Brasil suponen los principales motivos de inquietud para el Fondo Monetario Internacional (FMI) con respecto a América Latina y el Caribe.
En su actualización del informe de «Perspectivas Económicas Globales», el Fondo rebajó su pronóstico de crecimiento regional al 1,3 % en 2015, nueve décimas menos que en octubre; e hizo lo mismo respecto a 2016, al situarlo en el 2,3 % , cinco décimas menos.
«Hoy lo que se siente en gran parte de América Latina y el Caribe es inquietud», dijo el director del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, en una rueda de prensa en la sede del organismo, en Washington.
Después de varios años en los que América Latina crecía por encima de las economías avanzadas, las estimaciones para este año plantean que el crecimiento regional sea la mitad del de los países más desarrollados.
Como factores de este frenazo, el organismo internacional apuntó al descenso de «los precios de las materias primas debido al debilitamiento inesperado de la demanda en varias de las principales economías, entre ellas, China», y en especial el del petróleo.
El gran damnificado en la región es Venezuela, debido a su extremada dependencia de las exportaciones petroleras, seguido por Argentina y Brasil.
Para Venezuela, el Fondo empeoró sus previsiones hasta un crecimiento negativo del 4 % en 2014 y del 7 % en 2015, y subrayó que «cada disminución de 10 dólares en el precio del barril de crudo acarrea un deterioro del orden del 3,5 % en el PIB», lo que «agudiza los problemas fiscales y la recesión» en el país.
En este sentido, advirtió de las implicaciones para los países del Caribe que forman parte del programa Petrocaribe, a través del cual reciben petróleo venezolano subsidiado, dado que las crecientes tensiones en Venezuela han provocado que su apoyo al plan «ha comenzado a reducirse».
Por lo que respecta a Argentina, y a pesar de la «moderación» de las presiones cambiarias y de un «crecimiento más vigoroso de lo previsto en 2014», Werner señaló que el país «continúa haciendo frente a importantes desequilibrios macroeconómicos».
De cara a este año, se prevé una caída de 1,3 % para la economía argentina, que se sumaría al retroceso de 0,4 % el año pasado.
Finalmente, Brasil encadenará dos años de un crecimiento calificado de «anémico», cifrado en el 0,1 % en 2014 y el 0,3 % en 2015.
Al respecto, Werner resaltó que «la confianza del sector privado se ha mantenido obstinadamente débil incluso después de que se disipara la incertidumbre relacionada con las elecciones», en las que fue reelegida la presidenta brasileña Dilma Rousseff.
No obstante, consideró que «el renovado compromiso de las autoridades de contener el déficit fiscal y reducir la inflación debería ayudar a apuntalar la confianza en el marco de la política macroeconómica».
Otros países exportadores de petróleo y gas, como Bolivia y Ecuador, también verán afectadas sus perspectivas de crecimiento, según el Fondo, pero cuentan con posiciones fiscales iniciales «lo suficientemente sólidas como para hacer frente al impacto».
En el resto de Sudamérica, las perspectivas son más favorables. Se prevé que Colombia crezca un 3,8 % en 2015, Perú un 4 % y Chile un 2,8 %.
Por su parte, México y América Central encaran un panorama algo más optimista, aupadas por la consolidación de la recuperación en Estados Unidos.
Para México, el Fondo ve un crecimiento del 3,2 % este año, desde un 2,1 % en 2014, aunque supone tres décimas menos que en octubre.
Werner indicó que la economía mexicana sigue siendo «sólida», con políticas macroeconómicas estables, y achacó esta leve revisión a la baja a una «sobreestimación» del peso del sector exportador y la «incertidumbre» creada entorno a las reformas de sectores clave como el energético o el fiscal.
Del mismo modo, las economías de América Central y el Caribe crecerán, de acuerdo a las últimas previsiones del Fondo, una media del 2 % las dependientes del turismo y un 2,9 % las más basadas en las materias primas.
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