Sergio Massa y Javier Milei son los dos candidatos que irán a la segunda vuelta el 19 de noviembre
A las rivalidades tradicionales entre el peronismo y el liberalismo argentinos se sumó esta vez un imprevisto, un sujeto ideológico, harto peligroso, el señor Milei, un fascista singular. Este amenazaba crecientemente: ganó las elecciones primarias y se mantuvo en el primer lugar en las encuestas para las elecciones presidenciales, que no ganó pero llegó muy cerca y con derecho a participar en un balotaje final. El recienvenido come lo que suelen comer los ultraderechistas, en este caso ultraliberal. Desde acabar con los gastos sociales y rebajar los impuestos hasta privatizar todo lo que se mueve y, su peculiaridad económica, hacer del dólar la tabla de salvación o dinamitar el Banco Central. Pero, como toda anomalía de su género tiene sus características aberrantes, que completan sus atractivos para los desorientados y desesperados: fomento de las armas privadas, de la venta de órganos humanos, negación del cambio climático, eliminación de la educación sexual y el derecho al aborto libre, desprecio a todos los partidos políticos o “la casta”, reivindicación de la última atroz dictadura…
¿Qué irá a pasar en la segunda ronda de mediados de noviembre? No es fácil saberlo. La distancia entre los competidores es de seis puntos y quedan por fuera veintitantos de la muy conservadora Patricia Burllich y unos pocos más. Hay que recordar que en la derecha argentina el antiperonismo es una bandera de siempre y por demás activa, hoy muy fuerte por la demoledora crisis económica reinante y los escándalos cleptómanos del kirchnerismo.
La lucha será básicamente entonces entre dos repudiados. Pues bien, la candidata Burllich, con el respaldo de Macri, ha decidido apoyar a Milei, decisión que pregona que votar por el peronismo es votar por la mafia, peor que cualquier otra cosa. Es de aclarar que no la acompañan en esa decisión muchos de la compleja organización Juntos por el Cambio, que apoyaron su candidatura y que optarán por el voto nulo. Votar por Milei sería votar por el absurdo, por la sinrazón, por lo siniestro, pareciera el otro argumento de repudio. Este último, a pesar de todo, nos suena más veraz, más sensato. Veremos qué resulta.
Editorial de El Nacional