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Aprende a gestionar tus emociones

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Aprende a gestionar tus emociones

¿Eres optimista o pesimista? En un llamativo giro, la ciencia percibe las emociones no como actitudes innatas, sino como mentalidades a adoptar según la situación lo demande. Por esta razón, manéjalas con astucia.

 

Optimismo inteligente

 
«Ser optimista es una muy buena estrategia para estar al 100% afrontando los problemas y maximizar las oportunidades de éxito», dice Gonzalo Hervás, psicólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Pero matiza: «El optimista inteligente es consciente de la realidad y sabe que, a veces, moverse implica riesgos. Evalúa la situación, prevé las conscuencias de sus actos y no deja nada al azar». En una palabra: equilibrio.

 

Muchos psicólogos coinciden en señalar que el optimismo se ha convertido casi en un culto mientras el pesimismo viene con un profundo estigma que tiende a identificarse con ser un lúgubre, afligido e inútil perdedor. Pero la realidad es tozuda y demuestra que las dos actitudes tienen sus pros y sus contras. Las dos pueden actuar como motivadoras. Si contemplas de forma ultrarrealista el riesgo que puedes correr con un nuevo proyecto o piensas en el ingente esfuerzo y trabajo que va a requerir, podrías no intentarlo nunca. En este caso la fuerza energética del optimismo puede convencerte de que funcionará lo bastante como para atreverte a dar el paso. «El componente emocional de optimismo y pesimismo es lo que los hace tan influyentes», dice el doctor David Armor, profesor adjunto de psicología en la Universidad de Yale. «Puedes especular y anticipar en términos objetivos lo que va a pasar. Pero optimismo y pesimismo traen consigo sentimientos que nos empujan a actuar con más convicción de lo que lo haría cualquier predicción racional».

 
Los sentimientos te ayudan a manejar otras emociones que podrían entrometerse en tu eficiencia. «Las presunciones positivas acerca del futuro pueden permitirnos tolerar situaciones de ansiedad que de otro modo serían insoportables», dice el doctor Armor. «Un emprendedor que pone en marcha su empresa, por ejemplo, podría trabajar 18 horas al día durante meses o años porque optimistamente cree que al final de todo eso habrá una recompensa para él».

 

La táctica del pesimismo defensivo

 
Comporta imaginar todas las cosas que pueden salir mal y te incita a entrar en acción para prevenir que ocurran. Los que adoptan esta táctica suelen ser dinámicos y triunfadores porque la emplean para motivarse a sí mismos a hacer su trabajo lo mejor que puedan. Mejora el rendimiento, vamos. También es una buena estrategia para afrontar la incertidumbre, moderando el optimismo irracional y propiciando elecciones más inteligentes.

 

¿Sobrevalorada?

 
«Detesto la palabra felicidad; está tan sobreutilizada que ha perdido su significado», escribe en su último libro, La vida que florece (Ediciones B), Martin Seligman ,el psicólogo estadounidense que puso de moda la psicología positiva como reacción al típico esquema de patología y disfunción.

 

Con los años ha repensado su enfoque de la felicidad. No es felicidad lo que deberíamos perseguir, sino «una vida de bienestar». Preguntado si el optimismo, como la felicidad, requiere reconsideración, el doctor Seligman dice: «Si hay algo a reconsiderar, es que la evidencia de los beneficios para la salud del optimismo es más fuerte que nunca». Pero, admite, las creencias comunes sobre el optimismo deben ser corregidas. «La idea de que el optimismo siempre es bueno es una caricatura. No tiene en cuenta la realidad, la idoneidad, la importancia de una emoción negativa».

 
El doctor Seligman todavía aboga por el optimismo. Pero apunta con buen tino que debe ser emparejado con «comprobaciones de la realidad» —una inspección concienzuda de los resultados de nuestros esfuerzos—para asegurarnos de que expectativas abiertamente positivas no van a ponernos en peligro. El Don’t worry be happy pasó a la historia. Apúntate al optimalismo, o el optimismo inteligente de que te hablábamos antes, la equilibrada mezcla entre optimismo y realismo. Una aspiración sabia es dar con la manera mas efectiva de propulsarte hacia donde deseas ir.

 

Tanto el optimismo como el pesimismo pueden llevarte hasta allí. Lo de «al mal tiempo buena cara» puede ser solo un refrán. A estas alturas no puedes permitirte el lujo de ver el vaso medio vacío pero sí de bebértelo a pequeños sorbos.

 

Fuente: Womens Health 

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