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¡Aplausos para Gabriela!

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¡Aplausos para Gabriela!

 

Comenzar la vida profesional con honestidad y ética es la prueba fehaciente de que se ha tenido una excelente educación, tanto en la casa como en la universidad que escogió. Por eso, Gabriela Álvarez lo primero que hizo fue agradecerles a los profesores que, contra viento y marea, estuvieron a su lado para darle lo mejor de sí. Pero sus palabras no podían quedar allí, porque no hubiera sido cónsono con los valores de un egresado universitario venezolano.

 

 

“La universidad está en mengua. Nos enfrentamos a una realidad aplastante, a una institución en decadencia, a una puesta en duda del futuro de nuestra casa de estudios. Por si fuera poco, a lo anterior habría que añadir la falta de ética, liderazgo y misticismo por parte de las autoridades rectorales”. Este fue parte de su discurso, y seguramente sus compañeros la eligieron por eso, porque sabían que ella iba a ser franca. Como profesional, debe hablar con la verdad, y como venezolana, sabía que debía señalar a las autoridades impuestas por el gobierno chavista, que no soportaron una crítica tan certera y abandonaron el auditorio, como si eso fuera un castigo.

 

 

¿Entiende, estimado lector, por qué el gobierno desde Hugo Chávez se ha empeñado en silenciar a los estudiantes, en acabar con las universidades, en asfixiar su capacidad de generar espíritus críticos, mentes cuestionadoras? Porque es allí donde está el semillero de la libertad. Lo que hizo Gabriela Álvarez requirió coraje, pero también mucho amor por la Universidad Simón Bolívar y por el país. ¿Cómo recibir un título, que se merece por haber culminado su formación, sin mencionar que la USB está dirigida por autoridades cuya misión es facilitar la destrucción de esa casa de estudios?

 

 

Tanto la Simón Bolívar como todas las demás casas de estudios superiores autónomas, comenzando por la Universidad Central de Venezuela, a la que no se le respetan sus 300 años y su estatus de patrimonio cultural de la humanidad; o la Universidad de Oriente, que se cae a pedazos; y la de los Andes, que sobrevive de milagro; todas están en la mira del gobierno de Nicolás Maduro como antes lo estuvieron en la de Chávez. De allí salió la generación de 2007 que le reclamó el cierre del canal RCTV; de allí salieron los muchachos que en 2014 protestaron en su contra y los que recibieron balas y lacrimógenas en 2017. Son los venezolanos como Gabriela Álvarez los que enfrentan sus miedos y de todas maneras se arriesgan porque saben que vale la pena luchar por la libertad.

 

 

No quisieron entregarle el título durante el acto en reprimenda a lo que consideraron una osadía, para evitar que recibiera los aplausos que se merecía. Por eso, hoy, para ella vaya todo el reconocimiento de esa sociedad a la que su valentía llenó de esperanzas. Gabriela es un ejemplo para muchos viejos políticos que dicen defender la democracia. Esta arquitecto egresada de la USB está clara, llamó las cosas por su nombre y su compromiso con Venezuela seguramente no quedará allí. Esos son los profesionales que no queremos que se vayan del país, porque su cargamento de principios y de ética es lo que hace falta para reconstruirlo.

 

¡Bravo, Gabriela!

 

Editorial de El Nacional

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