Actriz de éxito y madre de familia numerosa, dedica mucho de su tiempo a causas solidarias
Si la semana pasada más de 100 países se han sentado a discutir sobre cómo acabar con las violaciones sexuales en los conflictos ha sido por ella
Angelina Jolie preside en Londres una cumbre sobre violencia sexual
Todo comenzó en Camboya hace 14 años. El terremoto interior que transformó a la entonces provocadora y excéntrica actriz Angelina Jolie en la comprometida activista –y madre devota de seis hijos- que esta semana presidía en Londres la primera cumbre internacional contra la violencia sexual en conflictos armados se produjo tras un viaje que le cambió la vida.
Ella pensaba que había volado hasta Phnom Penh para filmar Lara Croft: Tomb Raider. Pero la bofetada de realidad que recibió en uno de los países más pobres del mundo le abrió los ojos hasta tal punto que al regresar a Los Angeles puso en duda toda su existencia y decidió darle un giro de 180 grados.
No es habitual que una celebridad tan joven –entonces apenas tenía 26 años- se tome el mundo tan en serio como lo ha hecho Angelina Jolie desde que Camboya la obligó a entender que más allá del champán y las alfombras rojas que se desplegaban a sus pies existe todo un universo de dolor, miseria e injusticia en el que se ahoga la mayoría de la población mundial.
Las celebridades como ella y las nimiedades de su día a día ocupan espacios desproporcionados en la prensa respecto al que se le da a los problemas reales del planeta. Pero mientras otros famosos explotan económicamente este tipo de atención mediática, Jolie optó por utilizarla como altavoz con el que obligar a la gente a escuchar lo que a menudo no quiere oír.
Lo primero que hizo tras regresar de Camboya fue presentarse en las Naciones Unidas y pedir información sobre la situación de los refugiados de guerra. Durante varios meses acompañó a especialistas de ACNUR a Sierra Leona, Tanzania y Camboya, costeándose todos los gastos de su bolsillo y viviendo en las mismas condiciones que los trabajadores de la organización. En 2001 y en vista de su interés, ACNUR la nombró Embajadora de Buena Voluntad para los Refugiados.
Hace dos años Jolie fue ascendida a Enviada Especial para el Alto Comisionado Antonio Guterres, un cargo que la convierte de facto en representante diplomática de ACNUR con capacidad de decisión ante situaciones de crisis. Nunca una celebridad se había alejado tanto de la alfombra roja, ese lugar que ella misma definía como «irreal» durante una entrevista con esta reportera hace tres años y en la que confesó que pasearse sobre ella no era lo que le hacía sentirse orgullosa como ser humano.
Su trabajo humanitario y sus hijos son hoy el motor de su vida. El cine, parece, es simplemente un vehículo para llamar la atención sobre los temas que la preocupan como activista.
El tirón de una actriz que en 2001 era simplemente una de las más bellas (y polémicas) de Hollywood y cuyo talento tenía el sello de garantía de un Oscar conseguido a los 24 años por la película Inocencia Interrumpida, también le interesaba a la ONU. Si a su fama de entonces le añadimos el pelotazo mediático que supuso que se convirtiera en la pareja de Brad Pitt en 2005 (los ríos de tinta que generó y sigue generando la unión Brangelina tienen pocos rivales en las hemerotecas) no hay duda de que fichar a Jolie fue probablemente uno de los mejores negocios que ha hecho la organización.
Buscar el apoyo de celebridades es una estrategia que la ONU ha explotado con éxito desde hace décadas, pero hasta la fecha ningún famoso parece haber sido tan efectivo como Jolie, tanto en la atención que generan sus movimientos y declaraciones como en las acciones que lleva a cabo, y la cumbre de Londres es la mejor prueba de ello.
Si esta semana más de 100 países y cientos de expertos se han sentado en la capital británica a discutir sobre cómo acabar con las violaciones sexuales en los conflictos armados, cómo penalizarlas y cómo ayudar a las víctimas, el mérito hay que atribuírselo en gran parte a ella, que no se ha limitado a prestar su cara bonita para una buena causa sino que ha trabajado duro para conseguir que la cumbre se hiciera realidad.
William Hague, el secretario de Exteriores británico, ha sido su aliado clave, quizás el único que ha sabido ver el potencial real de una actriz a la que algunos se resisten a tomar en serio. Sin embargo, ella lleva años trabajando duro para que se la respete como activista, escribe artículos de opinión en los principales diarios estadounidenses, forma parte del Council of Foreign Relations, imparte conferencias por todo el mundo y además, predica con el ejemplo: su primera película como directora,
En tierra de sangre y miel, era prácticamente un panfleto educativo sobre cómo la guerra de los Blcanes se cebó con las mujeres, principales víctimas de un conflicto que ella retrató en toda su crudeza y con mucha menos ñoñería de lo que suele ser habitual en Hollywood.
Su decisión de someterse a una doble mastectomía preventiva y hacerlo público también ha influido de forma notable tanto en la percepción de las pruebas genéticas –sus desorbitados precios se han puesto en tela de juicio- como en la forma en que ahora se informa a las mujeres de sus opciones ante el cáncer de mama. Lo de menos en su vida parece ser su trabajo como actriz, aunque los pocos papeles que acepta, como el de Maléfica, su última película, siempre parecen tener éxito.
A sus 39 años Angelina Jolie se ha convertido en un modelo ejemplar de ser humano, mujer concienciada, madre amantísima, esposa devota, actriz espléndida y directora respetada. No se puede ser más perfecto. Y ese, probablemente, sea su mayor pecado.
Una conciencia con premio
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas premió este año a Angelina Jolie. Pero ese segundo Oscar no se lo llevó por su trabajo en la gran pantalla. La ganadora de un Oscar como mejor actriz de reparto por Inocencia interrumpida recogió esta nueva estatuilla por su labor solidaria junto a su pareja Brad Pitt.
A sus entonces 38 años se convertía en la persona más joven en lograr este galardón, que se le otorgó por su trabajo como enviada especial del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados para el cual ha realizado más de 40 misiones alrededor del mundo. Fueron sus compañeros de profesión quienes decidieron que el premio debía de ser para ella.
Jolie convitió la gala, celebrada en el salón de bailes del teatro Dolby, en una velada familiar, acompañada de su pareja y su hijo mayor, Maddox. En sus palabras de agradecimiento recordó a su madre, la fallecida Marcheline Bertrand, como su fuente de inspiración en la vida. Su padre, el actor Jon Voight, también estuvo presente. “Ella me dijo que nada significaría lo más mínimo si no vivo una vida que pueda ser útil a los demás. El hecho de que esté aquí hoy significa que hice lo que me pidió”, dijo la estrella tras recibir la estauilla de manos de George Lucas y Gena Rowlands.
Fuente: El País