¿Alguien recuerda la misión en amor mayor? Así, en minúsculas, porque no fue más que una burla para cientos de venezolanos de la tercera edad. En 2011 nos cansamos de ver al arañero abrazando viejitas en la calle y dando discursos interminables sobre los millones que destinaría para ayudar a los ancianos.
Y no es porque Chávez se haya muerto y su heredero no haya hecho más nada que destruir lo que existía o dejar sus planes sin realizar. El programa nunca funcionó. Debe haber más de uno que se llevó el dinero presupuestado y dejó a los viejitos sin nada. Y la prueba es lo que revela la organización no gubernamental Convite.
En el área metropolitana de Caracas y el estado Miranda muchos son los adultos mayores que no tienen acceso a los alimentos o si consiguen alguno, es de baja calidad nutricional. La ONG consultó a un poco más de 1.200 ciudadanos de la tercera edad que reciben atención gracias a ellos y esa es la realidad que encontraron.
Más de 90% tampoco puede comprar los medicamentos que requieren para sus enfermedades crónicas porque se supone que todo eso lo deben hacer con una pensión de vejez de menos de 2 dólares. Los más afortunados consiguen 5 dólares mensuales.
Si a eso le sumamos que son ellos los que se quedan en el país mientras toda la familia emigra para poder sobrevivir y enviarles ayuda, tenemos en nuestras manos una dolorosa tragedia. Miles de abuelitos solos, sin nadie que les asista, sin comida, medicinas, ni atención médica. No es que los abandonó su familia, los abandonó el Estado, los dejó un régimen que no se ocupa de gobernar para el beneficio de todos.
A veces, incluso, los dejan a cargo de los niños de la familia mientras los padres se van a buscar suerte a otros países; en estos casos a veces hasta se quitan la comida de la boca para alimentar a los menores. Toda esta terrible situación, insistimos, es obra de Miraflores. No hay misión que valga, tampoco hay institución del Estado que se haga responsable del auxilio de este segmento de la población que le dio su juventud al país.
Las personas de edad avanzada están a merced de las almas caritativas como las ONG que tanto persigue el régimen. Y esta obsesión es comprensible, porque son estas organizaciones las que sacan las cuentas y gritan las verdades.
Nuestros ancianos deben ser rescatados. Debemos procurar para ellos un gobierno que tome en cuenta su bienestar y no los trate como mendigos. Por ellos el cambio es urgente.
Editorial de El Nacional