El principal componente en el crecimiento de 2,6% que registró la economía venezolana en el segundo trimestre ha sido el alza de 5,5% en el consumo de las familias, un resultado sorpresivo en un entorno en el que la inflación se ha acelerado notablemente hasta alcanzar un salto de 25% en los primeros seis meses del año.
Si bien el incremento en el consumo suele ser una buena noticia, en el contexto actual de aumentos de precios y escasez de productos básicos este salto apunta a un consumidor que compra de más como medida de protección.
Tamara Herrera, directora de la firma Síntesis Financiera, explica que «el aumento del consumo es anticipación a un contexto negativo. Vemos que en alimentos, por ejemplo, se le dice a las personas que solo pueden llevar cuatro litros de leche por persona, quien solo necesita dos termina comprando los cuatro porque no tiene certeza de que volverá a encontrar leche cuando la necesite».
Añade que «lo mismo ocurre con repuestos, remodelaciones, la frase común es hazlo ya porque no se sabe a cuánto va a llegar el precio de determinado producto, entonces las personas consumen más en el corto plazo, el consumidor está defendiéndose pero obviamente esto no es sostenible».
El Presidente de la República, Nicolás Maduro, recibió un punto de cuenta elaborado por el Banco Central donde se le notificó que al cierre de marzo en 86 de cada 100 establecimientos faltaba la harina de trigo, en 75,3 el aceite de maíz, en 73,7 el azúcar, en 70,6 la leche completa en polvo, en 66,1 la harina de maíz precocida, en 50,9 el café molido, en 34,5 las sardinas enlatadas, en 33,1 el queso blanco y en 18,5 queso amarillo.
El índice que mide la escasez como un todo se ubicó en el segundo trimestre del año entre 19% y 21% versus 14% en el mismo lapso de 2012.
Aparte de comprar más en el corto plazo para almacenar productos los consumidores han estado utilizando el financiamiento con tarjetas de crédito para amortiguar el impacto que ha tiene la inflación en la capacidad de compra del salario.
Al contrastar junio con diciembre del año pasado el total de préstamos otorgados a través de las tarjetas de créditos registra un salto de 5% en términos reales.
Fuentes financieras explican que ha aumentado el uso de tarjetas de crédito para cancelar compras en automercados, algo que refleja el impacto que está teniendo el incremento de precios de los alimentos que en el primer semestre se encarecieron 36% en promedio.
Otro factor a tomar en cuenta en la tendencia del consumo es que el Gobierno, a través de su gasto en subsidios, becas, pensiones también añade impulso.
El analista de Barclays Capital, Alejandro Grisanti, explica que «la principal fuente de crecimiento en el segundo trimestre fue una expansión de 5,5% en el consumo privado, a pesar de una contracción del 8,9% en los salarios reales. En nuestra opinión, la única explicación para esto es que las transferencias públicas y los créditos compensaron el impacto de la disminución de los salarios reales».
El problema es que salvo un aumento importante y permanente de los precios del petróleo, la manera que tendrá el Gobierno de evitar que su gasto se desinfle aumentará la presión inflacionaria.
Como el ingreso petrolero y la recaudación de impuestos no son suficientes para cubrir el gasto el Gobierno tiene un déficit de 15% del PIB, por lo tanto, la vía para no bajar de una manera drástica los desembolsos y mantener la transfusión de recursos ha sido que el Banco Central imprima billetes y, más bolívares creados artificialmente detrás de la misma cantidad de productos, se traduce en alzas de precios.
Analistas esperan que en medio de la campaña electoral el Gobierno mantenga el gasto apoyándose en la impresión de dinero del BCV.
Fuente: El Universal