El cierre de la fronteras con Aruba, Bonaire y Curazao, desde febrero de 2019, ha provocado el cierre de las agencias navieras y aduaneras ubicadas en el puerto de La Vela de Coro, estado Falcón.
En este puerto del occidente venezolano operaban seis empresas entre aduanales y navieras, que brindaban cerca de 30 puestos de trabajo directos y 50 indirectos. Cuatro de estas cerraron sus puertas a finales de 2021.
Las agencias navieras registradas en el municipio Colina son Falconiana de Navegación, Exportadora Veleña, Navasca y Agencia Naviera Falcón C.A (Agenafalca) -cuya oficina principal está ubicada en Punto Fijo-. Ahora solo dos navieras están operativas.
Las agencias aduanales dedicadas al despacho de las mercancías hacia Curazao son Tica y Aduanera Falcón, que también se vieron obligadas a cerrar sus puertas.
José Pérez es agente naviero en Agenafalca. Admite que la paralización del intercambio comercial hacia Aruba y Curazao disminuyó los ingresos de la empresa. Sin embargo, para mantener la operatividad incluyeron remolcadores marinos que trabajan para PDVSA.
Agenafalca ofrece servicios desde Puerto Guaranao, península de Paraguaná. A diferencia de las agencias navieras que operan en La Vela, no hubo despidos de personal producto del cierre fronterizo. “Estamos listos para cuando los gobiernos deseen reabrir las fronteras marítimas”, dijo.
Falconiana de Navegación se caracterizó por ser una de las agencias navieras que atendió a cruceros turísticos desde 1995, pero cesó sus actividades a finales 2021.
El corredor turístico del Puerto de La Vela también fue decayendo desde 2019. Restaurantes, discotecas y posadas ubicadas en el paseo Generalísimo Francisco de Miranda fueron progresivamente apagando sus luces por el impacto del cierre de fronteras.
El 80% de la economía de la localidad dependía del intercambio comercial con la isla de Curazao.
Cifras de asociaciones y cámaras de comercio estiman que unos 15 mil marinos y 42 mil familias fueron expuestos a la pobreza extrema en tres años de cierre fronterizo. Empresarios adscritos a la patronal Fedecámaras calcularon que unos 300 comercios formales y de emprendimiento fueron clausurados en este periodo.
Ahora el panorama está cambiando. Locales emblemáticos retomaron sus actividades, mientras que se han inaugurado centros nocturnos, bodegones, tiendas, farmacias, salones de belleza y pequeños establecimientos de comida rápida a orillas del mar.
El puerto que solo dependía de Curazao y de las fuentes de empleo en la Administración Pública, se ha convertido en un zona de consumo en medio de condiciones precarias por la crisis de servicios públicos.
Fuente: Globovision