Irrupción del FBI en el domicilio de Trump puede ser determinante para las elecciones legislativas.
La política estadounidense sigue transitando una senda inédita, llena de hitos sin precedente conocido, como el ocurrido el lunes pasado cuando el FBI, por orden judicial, allanó la residencia del expresidente Donald Trump en la Florida. Nunca antes un exmandatario de ese país había sido objeto de una diligencia judicial de este tipo.
La irrupción de los agentes federales en la mansión del condominio Mar-a-Lago tomó por sorpresa a todo el mundo. El hecho no guarda relación con los problemas jurídicos que hoy enfrenta el antiguo inquilino de la Casa Blanca y que también han tenido desarrollo en los últimos días: mientras un comité de apelaciones autorizó a un comité de la Cámara de Representantes tener acceso a sus declaraciones de impuestos, el mismo Trump se acogió ayer a la quinta enmienda de la Constitución, que lo faculta para guardar silencio y así no incriminarse, en una diligencia ante la fiscal general de Nueva York, ante la cual fue citado para declarar como parte de una investigación de carácter civil a su organización empresarial.
De vuelta a la Florida, según los reportes, los agentes se llevaron doce cajas que, de acuerdo con versiones, podrían contener documentos provenientes de la Oficina Oval, algunos de ellos clasificados. No obstante, no hay todavía mayor claridad sobre el contexto de esta polémica diligencia, pues la orden judicial que la sustenta permanece bajo reserva. La expectativa que ha generado el misterio en torno a qué llevó al Departamento de justicia a pedirle a un juez el aval para el allanamiento es enorme, dados el perfil del personaje y la coyuntura política, marcada por las elecciones legislativas de noviembre.
El Departamento de Justicia debe revelar pronto sus motivaciones legales y así contrarrestar, con evidencias, las críticas de los republicanos.
Trump, fiel a su estilo, respondió aludiendo a la “cacería de brujas” de la que dice ser víctima y relacionó lo sucedido con “estados fallidos del tercer mundo”. Su partido, el Republicano, no dudó en sumarse a la beligerancia de quien hoy sigue siendo uno de sus principales dirigentes. Diversos líderes emitieron ácidas críticas. El martes, a través de su red social, Trump difundió un comunicado en el que, entre otros, pide a sus seguidores donaciones para defenderse de esta “persecución política”.
El interrogante ahora pasa por el impacto que este inesperado episodio tendrá en la actual campaña. Muchos creen que puede terminar impulsando al magnate a adelantar el lanzamiento de su candidatura presidencial. De ocurrir esto, podría arrastrar una gran cantidad de votantes en noviembre. Pero de lado y lado, pues la precandidatura de Trump también tiene potencial de movilizar demócratas que lo rechazan.
Lo cierto es que aquí está en juego mucho más que el futuro político de Trump. La apuesta del Departamento de Justicia de cara a un sector considerable del país que desconfía profundamente de su proceder es muy arriesgada. Si no destapa pronto todas sus motivaciones legales y el sustento jurídico, lo sucedido será aprovechado por los republicanos para continuar desacreditándolo y, por esta vía, fortalecerse en las urnas. De ahí que le urja al Departamento de Justicia demostrar con sólida evidencia que el procedimiento estuvo lejos de la política. Si así sucede, estaremos ante un terremoto de consecuencias difíciles de prever.
Editorial de El Tiempo.com