Si se les pregunta a los reporteros que todavía trabajan buscando la verdad, con valentía y siguiendo su vocación, todos dirán que es mejor ni mencionar el Día del Periodista, ni siquiera por tratarse del aniversario del primer periódico impreso de Venezuela, el Correo del Orinoco. Ayer sobraron expresiones como “no hay nada que celebrar” o “hace tiempo que no me acuerdo de este día”. No porque se reniegue de la profesión, sino porque el chavismo la ha pisoteado tanto, que las fuerzas que quedan se invierten en seguir la lucha.
¿Cómo celebrar cuando Roland Carreño cumple un año y ocho meses preso sin haber cometido delito? ¿Cómo celebrar si el gobierno desde sus inicios con Hugo Chávez se ha empeñado en acabar con las fuentes de trabajo? ¿Cómo celebrar si muchos han tenido que autocensurarse para no terminar en una cárcel? ¿Cómo celebrar si son perseguidos y hasta torturados? Se cerraron las fuentes de información, el que publique casos de corrupción o de delincuencia tiene que exponer su vida en la indagación y después de ella. Si salen a la calle a cubrir lo que acontece son despojados de sus equipos de trabajo.
Los pocos puestos, las pocas redacciones abiertas pasan por escrutinios de algunos censores y pagan una miseria. Los periodistas han ido enfrentando esos males uno a uno, y hay que decir que muchos han sido los que han insistido con el coraje de saber que del ejercicio de su profesión depende que por lo menos la democracia siga viva, aunque sea en estado vegetal y conectada a un respirador artificial.
Ellos, los chavistas, montan un parapeto de celebración con premios y todo, como si no supiera el ciudadano común que solo merecen tal “distinción” quienes se han plegado a sus designios sin la menor vergüenza. Es más, se reparten los galardones entre ellos y los van rotando año tras año, como para hacer ver que reconocen el valor del periodismo. Esa repartidera lo que evidencia es que en su entorno solo es valioso aquel periodista que repite mentiras y que no discute.
Del ejercicio del periodismo se desprenden pilares de cualquier democracia como son el derecho a la información y la libertad de expresión. El Nacional ha sido firme defensor de ambos, porque desde su fundación los ha tenido como su misión ante la sociedad venezolana. Y orgullosamente se puede decir que los periodistas que laboran para este diario siempre han tenido como norte contribuir a mejorar el país a través de la denuncia, de los análisis, de la educación y de la opinión bien fundamentada. No importa la realidad opresora, el robo de la sede, el bloqueo; no importa, como ya dijimos, que aquí no haya nada que celebrar, aquí siguen profesionales valientes que ayudan a los lectores a conocer la verdad.
Editorial de El Nacional
