Ironiza Nicolás Maduro cuando el jefe de los negociadores de la oposición, Gerardo Blyde, lo acusa de no importarle el sufrimiento de los venezolanos porque su gobierno suspendió las reuniones en México. Y puede que le parezca un chiste, pero vale la pena hacer otro ejercicio, más allá de las palabras, para demostrar fehacientemente que a Miraflores la suerte del pueblo, de ese ciudadano de a pie que tanto dice defender, le tiene sin cuidado.
Es un asunto de matemáticas elementales. Y vamos a tomar un ejemplo de moda, aunque la cifra no está actualizada. En marzo de este año el opositor Carlos Paparoni denunció que entonces el gobierno chavista pagaba aproximadamente 170 millones de dólares para la defensa de Alex Saab. Un importante bufete de fama internacional, dirigido por el exjuez español Baltasar Garzón. Y es fácil imaginarse que ahora, que el colombiano pisó suelo estadounidense, la cifra aumentará vertiginosamente.
En comparación con este detalle, repetimos, con una cifra desactualizada, el gobierno chavista destinó una cantidad de alrededor de 20 millones de dólares para pagar octubre y un mes de “aguinaldo” a los jubilados y pensionados. Eso, si se redondea el número de los venezolanos que reciben la cuota por haber trabajado toda su vida al servicio del país. Es peor, en realidad es dinero de cada uno de ellos, que aportaron al sistema de seguro social durante toda su actividad productiva.
Pero el llanto y la preocupación en Miraflores se centra es en el “pobre” Saab, al que le darán sus tres comidas en una celda que cumple con todas las condiciones. No lo van a someter a “torturas blancas”, podrá recibir la luz del sol y hasta hacer ejercicio. Con los 14 bolívares que le dieron a los pensionados y jubilados ni siquiera podrán comprar dos días de comida, muchos no tienen ni un cuarto en donde pasar la noche, tampoco trabajo ni pueden adquirir medicinas. Pero al gobierno chavista lo que le preocupa es “exigir justicia” para un hombre que no le ha dado al país ni la décima parte de lo que le han dado todos los ciudadanos de la tercera edad, ahora expuestos a la desnutrición y el abandono.
Por eso, suspender las negociaciones es una señal inequívoca de que el objetivo era defender los intereses de las partes. Nada se estaba adelantando y nada se iba a lograr para poder ayudar a los millones de venezolanos, no solo los pensionados, que sufren la crisis humanitaria producida por un gobierno indolente.
Los 14 bolívares de la pensión son la peor vergüenza, y hay que decirlo claramente porque el cinismo es tal, que lo anuncian con bombos y platillos. No alcanzan para comer, pero las divisas para la defensa de Saab o para los viajes de compras a Madrid sí están seguras, y no son mezquinamente contados.
Editorial de El Nacional