Alejandro Sanz: «Si hay que ser feminista, se es»

Alejandro Sanz: «Si hay que ser feminista, se es»

El cantante español es una de las estrellas que dice presente en Viña del Mar

 

Haber dicho en 2004 que no le gustaba Hugo Chávez le costó a Alejandro Sanz un círculo en tinta roja sobre su nombre en la lista de enemigos de Venezuela, lo que incluyó, por supuesto, un enérgico sermón público por parte del expresidente y la cancelación de sus dos conciertos en el Poliedro de Caracas en 2007.

 

 

«Estaba de gira en Venezuela cuando me preguntaron sobre el referendo revocatorio y di mi opinión creyendo que estaba en un país libre. Y al día siguiente me di cuenta de que no. El presidente Chávez salió en su programa poco menos que echándome del país, diciéndome que aquella no es una colonia española, una cosa totalmente desproporcionada. Y después de eso no pude volver a ir en mucho tiempo, a pesar de lo que digan», comentó el cantante español desde un hotel en Viña del Mar, horas antes de su presentación de mañana en el festival.

 

 

El autor e intérprete de Corazón partío se unió a Jared Leto, Sting y Ricardo Montaner a la campaña con la que varias personalidades han pedido la libertad para los presos políticos venezolanos, sobre todo la de Leopoldo López. Asegura, firme, que le importan «muy poco» las posibles represalias que tenga por parte del gobierno venezolano gracias a esta nueva cruzada.

 

 

«Yo vivo en Europa, pero tengo que ver más con Latinoamérica que con Suiza, en todos los aspectos. Me preocupa lo que pasa acá y en todos los países. El pueblo venezolano habló en las últimas votaciones y es muy bueno lo que pasa allí. Ojalá salgan de la miseria en la que los han metido porque (Venezuela) es un gran país donde merece estar su gente, que es buena y trabajadora». ¿Cuándo regresa al país? «Pues ojalá y pronto», señaló.

 

 

Aunque, al menos, este año no cantará en suelo venezolano. Su gira Sirope 2016, con la que promociona el álbum homónimo, el décimo de su carrera, estuvo en enero y febrero por varias ciudades de México y seguirá ahora por gran parte de Centroamérica y Sudamérica.

 

 

En el país azteca, por cierto, ocurrió un hecho que lo mantiene por estos días en los titulares. Sanz, declarado defensor de causas nobles, detuvo un show en Rosarito, Baja California, para defender a una mujer que estaba siendo agredida por un hombre. Esa acción le ganó elogios en las redes sociales de sus seguidores, además de Antonio Banderas, Amaia Montero, Mónica Naranjo y hasta de la Guardia Civil de España. «No hice nada extraordinario. Actué por puro instinto. Vi algo que creí que estaba mal», indicó el cantautor con modestia.

 

 

«Quiero creer que cualquiera en mi situación hubiese actuado de la misma manera. Porque el que hace eso es un canalla, pero el que ve y no hace nada es peor. Es importante que los países tomen conciencia de ello. No nos podemos quedar callados». El artista se declaró personalista, pues defiende a todas las personas por igual, pero enfatiza su lucha en contra de la violencia de género. «Hay un trabajo muy grande por hacer. Y si hay que ser feminista, se es, desde luego».

 

 

Lo que no parece ser feminista es el Festival de Viña de Mar 2016, acusado por los medios locales de priorizar las actuaciones de artistas hombres sobre las féminas, que tienen apenas tres representantes este año. Fue eso lo que motivó al ganador de casi 20 Grammy Latinos para invitar a cantar con él esta noche, en su cuarta experiencia frente al «monstruo», a las cantantes Paty Cantú, Javiera Mena y Ana Torroja.

 

 

El apoyo a las nuevas generaciones es importante para Alejandro Sanz (Madrid, 1968), quien suma 30 años de trayectoria. No solo a sus hijos, a quienes estimula el sentido musical, o los artistas noveles, a quienes cree que hay que ayudar (sobre todo si se les ve «ilusión») pues surgen en una época donde no existe industria discográfica. Su preocupación va más allá, hacia el futuro de la sociedad. «Los niños son la voz más débil y siempre pagan los platos rotos de casi todo», precisa el padre de cuatro. «Soy como un mercenario de fundaciones y organizaciones no gubernamentales que trabajan con niños. Intento siempre poner mi grano de arena donde yo sé que puedo aportar algo, sabiendo que no voy a salvar el mundo, no soy profeta de nada, solo soy solo ser humano que quiere aportar algo».

 

 

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