En confinamiento, muchos hablan de reinventarse, pero no es el caso de Albi de Abreu (Caracas, 1975).
“A mí la pandemia me ha pegado muy poco en el sentido de que estoy acostumbrado a trabajar desde mi casa. Siento que no me he tenido que reinventar sino aprovechar este tiempo para abordar cosas que siempre había querido hacer y que había tenido abandonadas. Ya empecé a activarme con todos esos proyectos”, cuenta vía telefónica desde Ciudad de México.
Por estos días, el histrión celebra haber sido reconocido por los Premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Venezuela como Actor de Reparto por Ubaldo, el personaje que interpretó en La noche de las dos lunas, del realizador Miguel Ferrari.
Actualmente, de Abreu sigue trabajando en el guion del largometraje La infinidad del odio, su ópera prima como escritor y director. También espera el estreno de la serie La negociadora, protagonizada por Bárbara Mori; esto mientras participa en la filmación de una película de Leonard Zelig.
– ¿Qué significa para usted haber sido reconocido por su personaje en La noche de las dos lunas?
– Para mí es un gran honor porque la gente que vota en estos premios son personas directamente vinculadas al cine nacional y a quienes respeto y admiro mucho; y que ellos hayan tomado en cuenta mi trabajo y lo hayan valorado de esa forma, me llena de mucho orgullo y satisfacción.
– ¿Qué fue lo que más disfrutó y lo que más lo retó de interpretar a Ubaldo?
– Lo más desafiante de Ubaldo fue el dilema moral que tiene, que siendo abogado, tenga que decidir entre apoyar sentimentalmente a su mejor amiga, que quiere quedarse con el bebé de otra pareja (…) un dilema que no sólo es moral sino humano; entonces él tiene que poner por encima de sus valores legales sus valores humanos.
– ¿Cuál es la importancia de visibilizar en la pantalla grande temáticas como las que plantea Miguel Ferrari en La noche de las dos lunas?
– Es importante tener films que nos hagan preguntarnos cosas y no que nos digan qué hacer. Siempre le apuesto a ese tipo de películas. Me gustan más que aquellas que tienen un solo punto de vista o que quieren contar muchas historias a la misma vez. Lo bueno del guion de Miguel (Ferrari) es que te invita a reflexionar según el grado de humanidad que tengas y te pone a pensar mucho, que no es fácil, que te pone a valorarte como ser humano.
– ¿Qué puede adelantar sobre del estatus del filme La infinidad del odio?
– La infinidad del odio es un guion que quiero filmar, si Dios quiere, el año que viene, según lo permita la pandemia. Está en un estado bastante avanzado. Estoy terminando de trabajar en algunas notas, pero ya está en etapa de mostrarse para levantar financiamiento.
-¿Cómo define el momento profesional que está viviendo?
– Siento que mis momentos profesionales como actor siempre han sido buenos. He tenido pequeños altibajos, pero creo que son procesos normales, sobre todo, si tomamos en cuenta que me he mudado de país tres veces y todas esas mudanzas me han retrasado un poco, pero al final siempre he prevalecido y mi trabajo siempre se ha tomado en cuenta y siempre termino trabajando y posicionándome en el mercado donde esté.
– Escribir y dirigir son otras dos profesiones que había querido explorar desde hace tiempo y a las que, ya en esta segunda parte de mi vida, quiero aferrarme y no solo depender de la actuación.
– ¿Cuáles son sus principales ambiciones como hombre dedicado a las artes?
– Mis principales ambiciones siempre van a ser vivir de esto cómodamente (risas) como ha sucedido hasta ahora y no solo expandirme como director y escritor sino también quiero ser showrunner de series de televisión y tengo otras metas personales, pero la idea siempre es dejar el nombre de Venezuela en alto asociándome con las personas que me tenga que asociar y tratando de que cuando nos relacionen como venezolanos sea por buenas referencias.
– ¿Cuáles son sus próximos planes?
– Viene el estreno de una serie que se llama La negociadora, en la que integro el elenco principal, que protagoniza Bárbara Mori. Estoy rodando ahora una película vía Zoom, a través de computadoras y cámaras alternas, con varios actores en diferentes países e idiomas; en ella el Covid-19 está presente y hay varias relaciones de personas que no se conocen, pero que sus tramas se relacionan entre sí. Es un experimento increíble. Lo dirige Leonard Zelig desde Nueva York y tiene como nombre tentativo Pequeños cuadros. @yolimer
Fuente: El Universal
Por: Maria Laura Espinoza
En Twitter: @i_am_LauEz14