El 2 de diciembre de 2007, cuando Hugo Chávez perdió el referéndum constitucional con el que proponía a los venezolanos modificar 69 artículos de la carta magna para convertir al país definitivamente en un Estado socialista y establecer la reelección indefinida, comenzó una nueva época en el país. Era la primera vez que, aunque fuera por estrecho margen, el Presidente perdía una elección. Los venezolanos habían demostrado que una cosa era el caudillo y otra distinta las leyes. Allí parece haber comenzado la crisis del chavismo, que se profundizó en 2011 cuando el mandatario anunció que estaba enfermo de cáncer.
Este es el período –desde 2008 hasta el año pasado– que se refleja en los artículos de opinión de Alberto Barrera Tyszka publicados los domingos en el suplemento Siete Días y reunidos por Los Libros de El Nacional en Un país a la semana. La publicación cuenta con un prólogo de Leonardo Padrón, que este año se estrenó como columnista del diario.
Pocos columnistas como este autor han sabido plasmar en papel periódico el proceso de descomposición nacional del último lustro. Por eso, sus opiniones sobre la crisis que padece Venezuela, el declive de los postulados de la revolución bolivariana, así como la centralidad de la figura de Chávez en la política nacional y la posición del estamento cultural ante estos cambios son los temas que ocuparon sus escritos entre 2008 y 2012, de la misma manera que ocuparon las preocupaciones de sus compatriotas.
Profesión: escritor. El ejercicio de constantemente pensar la realidad para convertirla en tinta de periódico ha sido una estrategia para fortalecerse profesionalmente desde el año 1995, cuando apareció su primer texto de opinión en las páginas de El Nacional. Desde entonces ha publicado reportajes como Chávez sin uniforme (escrito junto con Cristina Marcano y publicado en 2006), novelas como La enfermedad (Premio Herralde ese mismo año) y poemarios como La inquietud (editado en febrero por Lugar Común). Y mientras tanto, la columna siempre ha estado allí, como el país.
“Una columna a la semana te obliga a pensar en el lector o la lectora, en alguien que te busca un domingo y que no tiene por qué leerte, que puede dejarte en la segunda línea. Eso exige pensar en un tono, una narrativa, un lenguaje”, señala el también poeta sobre el papel que tiene la publicación de textos periódicamente en su práctica profesional de la escritura.
Aunque le parece difícil de precisar qué diferencia formalmente su trabajo en los textos de opinión de otros géneros literarios que practica, es un temor constante que algún artículo se le convierta en “una pomposa colección de lugares comunes o una crónica personal”. Para evitar esto formula una regla de oro, la de trabajar en escritos marcados por la brevedad y por la competencia, pues “cada día hay más opinión y menos noticias”.
En las buenas y en las malas, como reza el refrán –y, claro, más las últimas que las otras–, los artículos semanales de Barrera Tyszka han tenido el mismo proceso que la mayoria de las actividades en el país. “Lentamente, han sido secuestrados por la política. Empecé con una columna personal en la que podía tocar cualquier tema, de cualquier forma. Poco a poco, la tiranía de lo urgente también ha sometido a la escritura”, se lamenta el autor que en 2008 publicó con Debate otra colección de crónicas, titulada Alta traición.
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