La jovencita de 12 años era abusada por su tío y su padre. En Bolivia, hay 1.500 menores que no tienen vivienda, y deben alojarse en las prisiones junto a sus familiares detenidos
El caso de una niña de 12 años embarazada después de haber sido violada durante años por su padre, tío y padrino en una cárcel de La Paz, encendió una ola de repudio, por la permisividad con que niños conviven con peligrosos criminales en prisiones de Bolivia.
Según estimaciones oficiales, unos 1.500 niños y adolescentes viven en las cárceles bolivianas con sus padres mientras éstos purgan condenas, lo que propicia estos crímenes y situaciones de promiscuidad.
«La menor está embarazada de dos meses», confirmó el director de Régimen Penitenciario, Ramiro Llanos, quien reveló que la niña, que vivía en la cárcel junto a sus familiares, era violada desde hacía años.
Llanos informó que la pequeña relató a las autoridades que los violadores eran «su padre, su tío y su padrino, desde que tenía ocho años», dijo el funcionario a medios locales.
El director de Régimen Penitenciario, que pasó parte de su niñez en una cárcel junto a su padre, preso político de las dictaduras militares de los años 60 en Bolivia, reclamó a los policías «que dejen de ser tan corruptos y no permitan más la entrada de los niños a la cárcel», según declaró al diario Página Siete.
La cárcel de San Pedro de La Paz, donde conviven con sus progenitores unos 500 niños, es célebre porque hasta hace años personas ajenas ingresaban a comprar cocaína, en complicidad con policías.
Los menores no tienen ninguna protección y comparten el espacio con ladrones, asesinos, violadores, pandilleros y narcotraficantes. Son testigos del consumo de alcohol y drogas y también de la violencia que reina en esos lugares:
«Viven en medio de una presión sicológica continua y la carga de agresividad que se respira no es para niños. Es un trauma vivir en un lugar así», dijo a la AFP Stefano Toricini, voluntario de una ONG italiana que desde hace una década brinda en San Pedro apoyo psicopedagógico a los menores.
«El problema no es que los niños ingresen en las cárceles, el problema es que no hay políticas estatales de protección para los niños», terció Yolanda Herrera, presidenta de la Asamblea de los Derechos Humanos (APDHB).
El comandante de la Policía, general Alberto Aracena, declaró que «como humano, no concibo que los niños vivan en las cárceles, porque veo que enteramente están expuestos a todo peligro y riesgo».
Las cárceles de Bolivia, las segundas más hacinadas del continente después de El Salvador, tienen una capacidad para albergar a un máximo de 3.738 presos, pero congregan a 13.840, según un informe de Seguridad Ciudadana de la OEA.
Fuente: Infobae