¡Se fue la luz! Grita María desde su casa, pues a pesar de la evidente oscuridad, necesita hacer notar que requiere de energía para continuar con sus labores cotidianas en el hogar. Espera y espera sin resultados y sigue sin realizar sus actividades. Al final del día se restaura el servicio, tras 16 horas ausente, pero ya dejó de importar.
Ese es el retrato de un país, cuyas inversiones energéticas ascienden a 77,6 millones de dólares en los últimos 14 años, pero su servicio desciende vertiginosamente en calidad, al punto de que en 2012 los apagones duren en promedio 988 minutos diarios (más de 16 horas).
Los minutos que duran los apagones vienen en aumento desde el 2009 cuando eran 272 diarios. Al año siguiente se dispararon hasta 542, en 2011 a 677 hasta llegar a los 988 minutos que representan una cantidad elevada al compararla con otras naciones.
El país que más se acerca a la hora de racionar la luz a su población es Sierra Leona, donde se aplican cortes por 611 minutos. En la lista luego están Chad con 529 y Cabo Verde con 423, pero el primer lugar se lo lleva la República del Congo, lugar en el que prácticamente no hay luz, pues el racionamiento arriba a 2060 minutos.
Los datos provienen del ingeniero José Aguilar, quien se desenvuelve como consultor Internacional de Riesgos de Sistemas Eléctricos con postgrado en empresas públicas. “De 2012 a 2013, el sistema empeoró”, narra.
El especialista aclara que cuando el ministro en el área, Jesse Chacón, propone reducir 60 minutos los cortes, se refiere a llevarlos a 928 minutos y no a una hora como piensa la mayoría de la población, pues ni siquiera en un principio era así.
Existe en un año el doble de quejas, pues los venezolanos tienen un escaso acceso a la información y todo se debate informalmente por redes sociales. “El diagnóstico es sumamente grave”, asegura el analista.
Un sistema enfermo
Ocurre que en Venezuela hay insuficiencia de potencia en el parque de generación, predominantemente hidroeléctrico, al punto de que no existe suficiente generación para abastecer una demanda que ha crecido apenas 69% de 1998 a 2012, cuando en los años de la llamada Cuarta República creció en más de 400%.
El Sistema Eléctrico Nacional está enfermo. “Se le ponen pañitos de agua y no hay inversiones en mantenimiento”. ¿La conclusión? Sufre de una metástasis, pues los males se multiplican. “El plan de ahorro, uso eficiente y racional es un eufemismo”.
Esta es la fotografía que toma Aguilar del 2012. La capacidad instalada del SEN es de 27 mil 496 megavatios, pero están disponibles 17 mil 139, es decir una insuficiencia de 10 mil 137, mientras que la demanda llega a 17 mil 965.
Un año antes, en 2011 era así. Una capacidad instalada de 25 mil 704 megavatios, una disponibilidad de 16 mil 200 y una cantidad ociosa de nueve mil 504, mientras que la demanda era de 17 mil 157.
Los números hablan por sí solos. La demanda subió escasamente, pero la capacidad instalada se disparó, con la única excepción de que la cantidad ociosa es muy alta y no cubre las necesidades energéticas de la población.
La zona centro
Una de las áreas más afectadas por los continuos apagones es la zona céntrica que tiene las plantas termoeléctricas más grandes del país con una gran capacidad instalada, pero también están enfermas y se riega a estados como Aragua o Falcón.
Aunque son estados menores en consumo, cuando en las plantas carabobeñas hay inconvenientes, geográficamente se afecta a Yaracuy, Cojedes y Guárico.
Aguilar apuntó que planta centro gravita entre 300 y 800 MW, pero con mucha frecuencia sus unidades caen fuera de servicio. “No hay buen mantenimiento y ya tienen sus horas sobregiradas”.
Lo que se esconde a la nación, para el experto, es que hay un problema del gas para operar unidades y se recurre a Diesel. El centro de refinación más próximo es El Palito y el consumo de esas plantas es cercano a 70 mil barriles diarios, pero la refinería solo puede suministrar 20 mil.
La situación llegó a tal que se forzó al país a importar a granel para cubrir ese déficit o de lo contrario, las plantas no podrán operar a plena capacidad.
Se agravará ese panorama con la nueva planta La Cabrera en Aragua, que está interconectada con uno de los circuitos que alimenta a Valencia y requerirá alrededor de siete mil barriles de diesel diarios. “El sistema está realmente entrampado”.
Tan importantes son las plantas en el centro del país que Aguilar sentencia que ningún Ministerio estabilizará el SEN hasta que haga lo propio con la zona centro. “Sin eso ni siquiera Oriente tiene vida”.
Saboteo cero
Aguilar manifestó que hasta no se ha presentado prueba alguna de saboteo. “Lo que ocurre es que hay falta de mantenimiento, errores humanos, malas operaciones, pero no es cosa de saboteo, que es un acto premeditado y ejecutado con alevosía por alguien con acceso al sistema y recursos”. Más bien cree que los trabajadores de la compañía son héroes, pues en ocasiones sacan dinero de su bolsillo para comprar piezas.
Fuente: El Carabobeño
