La aviación bombardea las posiciones de las Fuerzas de Apoyo Rápido en la capital, mientras las hostilidades se extienden a otros Estados del país
Decenas de civiles muertos en Sudán por los combates entre militares
Al menos 56 civiles han muerto y varios centenares, hasta 600, han resultado heridos en Sudán a causa de los intensos enfrentamientos armados que estallaron el sábado entre el ejército y los paramilitares de las poderosas Fuerzas de Apoyo Rápido. Los primeros enfrentamientos se registraron en Jartum, la capital, y después se han extendido a las afueras de la ciudad y otras zonas del país. Los choques entre ambos bandos, que se han cobrado también decenas de vidas de uniformados, siguen este domingo por segundo día consecutivo, pero la situación sobre el terreno continúa envuelta en una gran incertidumbre en medio de informaciones contradictorias. La ONU y algunos de los países con mayor influencia en Sudán, como Estados Unidos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, han pedido a las partes que pongan fin de forma incondicional a las hostilidades, a medida que crecen los temores de que los combates puedan degenerar en un conflicto fratricida generalizado.
El mayor número de muertos que se han contabilizado por los combates hasta la mañana de este domingo se concentra en la zona de la capital, donde un comité de doctores independiente ha documentado el fallecimiento de alrededor de una treintena de civiles y 13 militares, así como más de 400 heridos. También se han registrado otras 25 muertes en otros Estados del país, donde la situación es mucho más difícil de seguir. El comité señaló, sin embargo, que la cifra de bajas entre las Fuerzas Armadas es superior porque muchos de sus miembros no son atendidos en hospitales regulares. Los combates han proseguido durante el domingo y se han extendido a otros puntos de Sudán, donde no se había informado de choques durante la primera jornada de hostilidades. Las Fuerzas de Apoyo Rápido aseguraron haber derribado por la mañana un caza que había sobrevolado Jartum, después de que el ejército hubiera bombardeado posiciones suyas en la capital.
A última hora de la noche del sábado, el grupo paramilitar afirmó que tenía bajo control varios puntos estratégicos del país, incluida la comandancia general del ejército y la sede de la televisión estatal. También aseguró que controlaban la navegación aérea en todo el territorio nacional y que conocían el lugar donde se encuentran tres oficiales de alto rango de las Fuerzas Armadas, incluido el líder de las filas castrenses, Abdelfatá al Burhan. El ejército, sin embargo, declaró que las Fuerzas de Apoyo Rápido están difundiendo mentiras, negó que hubieran tomado el control de lugares neurálgicos como el palacio presidencial y la comandancia general.
Pese a los intentos de mediación internacional, las Fuerzas Armadas avanzaron el sábado por la noche que no negociarán ni dialogarán con las Fuerzas de Apoyo Rápido sin disolverlas antes, y han acusado a su líder, Mohamed Hamdan Dagalo, de ser un “criminal fugitivo”. El grupo paramilitar, por su parte, ha declarado que perseguirá a Al Burhan, y ha afirmado que no tienen ningún contacto con él, pero que lo tienen “sitiado” y que debe “rendirse”.
Columnas de humo en Jartum por los enfrentamientos entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) 15/04/2023EUROPA PRESS/CONTACTO/MOHAMED KHIDIR (EUROPA PRESS/CONTACTO/MOHAMED KH)
Rivalidad creciente
Sudán se ha visto sumida en una situación de gran inestabilidad desde que en octubre de 2021 el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido, ahora enfrentados, ejecutaron un golpe de Estado que acabó con la transición iniciada en el país poco después de que el dictador Omar al Bashir fuera derrocado en 2019 tras meses de protestas. La asonada supuso un duro revés a las aspiraciones populares de desmantelar el antiguo régimen y sentar las bases de un gobierno civil y democrático. Sus planes de cimentar su autoridad en el país, sin embargo, se toparon con una amplia oposición popular, y han tenido que hacer frente con muy pocos apoyos a una grave crisis económica, niveles alarmantes de violencia interna y un fuerte aislamiento diplomático.
La relación entre ambos grupos ha estado marcada por una fuerte rivalidad, derivada de agravios históricos, una lucha por el poder y la explotación de la riqueza del país. Pero ambos habían sido capaces de mantener una frágil alianza de conveniencia para evitar ceder el poder a una autoridad civil, rendir cuentas y exponerse a reformas profundas.
Su incapacidad para reconducir la situación desde el golpe de Estado conjunto en 2021, sin embargo, contribuyó a hacer cada vez más insostenible su alianza. En diciembre, los generales golpistas acabaron por firmar un vago acuerdo inicial con la coalición civil a la que habían apartado del poder en la asonada militar para allanar el camino para iniciar una nueva transición. Aquel pacto, rechazado por el movimiento prodemocrático que ha liderado la sostenida movilización social de oposición al golpe, dejó para más adelante abordar las principales demandas de la oposición, incluidas la rendición de cuentas y la reforma del ejército y de los servicios de seguridad, algo que no se ha logrado.
Los comités de resistencia, una red descentralizada de grupos con una fuerte implantación local que han liderado la oposición al golpe de Estado y al Gobierno castrense, anunciaron este sábado que no apoyan a ninguna de las dos partes enfrentadas y se declararon hostiles a los líderes de ambos bandos. También llamaron a la población a mantenerse alejada de los lugares donde se están produciendo los enfrentamientos, y a seguir trabajando para alcanzar sus objetivos de disolver las milicias y reestructurar las Fuerzas Armadas. La coalición civil que firmó el acuerdo inicial con los generales golpistas en diciembre pidió a su vez el cese de las hostilidades para evitar que el país se suma en un “colapso total”.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, informó el sábado de que había contactado con sus homólogos en Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, que tienen una fuerte influencia en el país y son particularmente cercanos a Dagalo, en un intento de mediar para poner fin a las hostilidades. El secretario general de la ONU, António Guterres, mantuvo, por su parte, conversaciones con Al Burhan, Dagalo y con el presidente de Egipto, Abdelfatá al Sisi, también influyente en Sudán y muy próximo al ejército regular. La Unión Africana, Rusia y la Unión Europea también han pedido el cese de los combates.
El País