Los libros de penitencias fueron breviarios que los sacerdotes de la Edad Media que servían como guía para todos los comportamientos y prácticas considerados como pecaminosos. Tal vez hoy en día el pensar que tener sexo antes del matrimonio (o incluso en semana santa, por poner un ejemplo) nos condenará a las llamas del infierno eterno puede parecer gracioso, pero durante siglos el alma fue la única propiedad de la gente, y su conservación y purificación, la mayor preocupación.
Tal vez por eso James Brundage, un académico especializado en las Cruzadas y la Edad Media, elaboró este humorístico diagrama de flujos en Law, Sex, and Christian Society in Medieval Europe, como ilustración de lo difícil que era entonces encontrar ocasión para tener sexo según la ordenanza católica sin caer en el pecado.
Aún hoy a las niñas de colegios de monjas (como donde yo estudié) se les aconseja rezar mientras tienen sexo “para permanecer virtuosas”, porque el placer mismo es elevado a una forma egoísta de pecado.
Con un poco de suerte nuestra sociedad comenzará a ver con más y más extrañeza la “criminalización” del placer, especialmente el femenino, y a ver estos comentarios sobre la vida sexual (desde una perspectiva donde prime la salud y el bienestar del sujeto) como una curiosidad de tiempos caducos y de supina ignorancia.
Fuente: AvantSex
