Los planes que con mucha frecuencia anuncian desde sectores oficiales para acabar con las extensas colas de personas que se forman alrededor de los establecimientos comerciales no han dado resultado positivo alguno, como se puede constatar diariamente, y este jueves no fue la excepción.
El marcar números en los brazos, las captahuellas, las ventas por número de cédulas, horario determinado para el expendio de productos regulados no han servido para nada pues el problema radica en la falta de producción.
Este jueves, las colas seguían siendo extensas en los automercados grandes, y también en los de comerciantes asiáticos, muchos de los cuales no se rigen por ninguno de esos programas oficiales.
En los tres automercados de una conocida cadena nacional, el congestionamiento de mujeres y hombres en busca de, «lo que haya”, comenzó desde la madrugada, pero el mayor estaba en el del centro comercial El Recreo, avenida Libertador.
«Yo vine porque me dijeron que hoy iban a vender caraotas, y estoy aquí desde las cinco y ya van a ser las doce y no he pasado; ojalá que cuando pase no se haya acabado lo que busco”, manifestó una mujer, cincuentona, que se cubría la cabeza con un periódico.
¿Y qué busca?
Las caraoticas, que también se perdieron del mapa, pero me dijeron que también había papel toalet y jabón de lavar, respondió.
Y como ella, muchas de las personas en cola confiaban en conseguirlas para disfrutarlas con suerito y arepas, como buena larense, pero también aprovechaban para llevarse otros artículos escasos.
Para cerca del mediodía la cola seguía siendo descomunal al punto de que daba la vuelta a la manzana del centro comercial.
Pese a la gran cantidad de personas, apenas había un guardia nacional destacado para mantener el orden, lo que lograba con dificultad, tratando con amabilidad, pero con firmeza, a quien trataba de alterarlo.
Quienes más sufrían la espera eran los ancianos y discapacitados pues sólo había 200 cupos para ellos, insuficientes.
El Impulso