Advierten que debilidad institucional profundiza la violencia en Venezuela

Advierten que debilidad institucional profundiza la violencia en Venezuela

El fenómeno de la violencia en Venezuela tiene dos aristas, según el criminólogo, Fermín Mármol García: «el mal de la violencia y el mal de la alta criminalidad».

 

El pasado fin de semana, solo en Caracas hubo 51 ingresos en la morgue por muertes violentas. En este sentido, Marmol García aseguró que Venezuela sufre de los dos males simultáneamente por dos razones: «somos una colectividad muy violenta porque reaccionamos de manera exagerada ante los problemas cotidianos; y somos un país de una altísima criminalidad, amparada por una alta impunidad».

 

Al respecto, destacó que somos el tercer país con más homicidios de América, el octavo en secuestros en el mundo, el noveno más corrupto del planeta y en narcotráfico estamos entre las 20 naciones con menos control de drogas ilícitas dentro de su territorio. «Estamos en sitiales de deshonor en materia de criminalidad», dijo.

 

«En materia de violencia y de crimen estamos mal situados internacionalmente porque las instituciones públicas están desmanteladas en el número de hombres y mujeres que deberían tener, también en el tema tecnológico, además no han sido dirigidas por las mejores personas. Tenemos una profunda debilidad institucional», resaltó García.

 

Sostuvo que la seguridad pública no ha sido nunca una prioridad de la revolución bolivariana, «han sido prioridad otras cosas: reformar la Constitución, exportar la revolución, la alianza con los países no alineados, la hegemonía del poder, desmontar la descentralización; las pruebas están en los resultados producto de erróneas, fallidas o inexistentes políticas públicas contra el crimen y la violencia».

 

La casta de los «coco seco»

 

En cuanto al perfil de los delincuentes en Venezuela, afirmó que hay una nueva casta de delincuentes que denominó los «coco seco». «Hay un tipo de delincuente estructurado mentalmente distinto. Ellos por lo general tienen un objetivo primordial cuando se agrupan para delinquir que es ganar dinero o bienes. Esa era la ecuación clásica del delincuente; sin embargo, el delincuente nuevo, el ‘coco seco’, le ha introducido un elemento nuevo que es el respeto».

 

Se trata de una persona menor a 25 años, que debe hacerse respetar cuando está consumando el delito, razón por la cual si una víctima se defiende, se niega a las pretensiones, él lo cataloga como irrespeto y «le quitan la vida sin que haya un motivo lógico. Por otro lado, él requiere respeto de su propia banda criminal», dijo.

 

Sostiene que el nivel de violencia es mayor porque ha aumentado el consumo de drogas ilícitas antes, durante y después del delito.

 

En cuanto al momento en el cual irrumpe este fenómeno en el país, no duda en decir que «el «coco seco» venezolano es un fenómeno del siglo XXI. Todos ellos eran niños de cuatro o cinco años cuando empezó la revolución. Encontraron un caldo de cultivo idóneo en una Venezuela con debilidades institucionales muy profundas, con facilidad para obtener armas y municiones, con facilidad para obtener drogas ilícitas y con falta de oportunidades para la educación y el empleo».

 

Es por este motivo que vemos como «habían 4500 homicidios al cierre del año 1998, y ya pasamos de 21 mil por cada 100 mil habitantes, según el Observatorio Venezolano de la Violencia. Teníamos 45 secuestros y ya hemos superado en revolución, más de mil secuestros al año en 2011, conocidos, sin incluir cifras negras».

 

Al respecto aseguró que la violencia solo puede masificarse en una sociedad, «cuando no existe el imperio de la Ley».

 

El delincuente y su expectativa de vida

 

Recordó que el delincuente vive el día a día. No se preocupa por el futuro. El futuro para él es algo inexistente. «El «coco seco» que consume drogas tiene una marca de origen: en muchas oportunidades es hijo de una paternidad irresponsable, un padre ausente, un padrastro de turno que lo golpeó y lo maltrató, que también golpeó a su madre, un padrastro de turno que abusó de sus hermanitas; es decir, que viene marcado con el símbolo social del odio, del desprecio, del irrespeto».

 

Sostiene que es por eso que en el delincuente venezolano violento la droga es un escape para olvidar y su código es: a mí me van a respetar. «Esa ecuación es la que está influyendo en la violencia del delincuente. Todo esto amparado en la impunidad», recalcó García.

 

Señaló que la violencia en buena parte proviene del discurso de los gobernantes que hablan de «apátridas, enemigos, terroristas. Esos calificativos están dirigidos contra otros ciudadanos que viven en el país».

 

«En 14 años hemos tenido mensajes muy contradictorios, pues por un alado tenemos el tema del desarme pero por otro lado se habla de armar al pueblo», aseguró.

 

Los venezolanos son habitantes

 

«El ciudadano venezolano es considerado más como un habitante, porque el habitante es un sobreviviente: estamos pendientes de que nadie nos haga nada malo. Sociológicamente está catalogado como un habitante, un sobreviviente del cemento. En cambio en otras partes del mundo están catalogados como ciudadanos, portadores de obligaciones y de deberes que disfrutan de sus derechos», afirmó.

 

Por otro lado, precisó que los países desarrollados sostienen sus democracias sobre instituciones públicas fuertes que son dirigidas dentro de un marco legal inamovible. «En Venezuela se consideró que la revolución está por encima de las instituciones y de las leyes. Entonces debemos comprender que lo que ha existido en Venezuela en el siglo XXI, es el desmontaje de la institucionalidad y del ordenamiento jurídico y por eso nos hemos debilitado como venezolanos, que antes íbamos en camino de ser ciudadanos y ahora estamos en el camino de ser habitantes – sobrevivientes».

 

Por tal motivo sostuvo que «la nueva generación pensante» lo que quiere es emigrar e irse a otras fronteras porque sienten que no hay futuro.

 

Fuente EU

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