La ciencia suma una nueva alerta en contra del uso y abuso de drogas legales e ilegales. En este caso, un flamante estudio desarrollado por la Universidad de Sevilla y el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla (ambos de España), concluyóque las personas que consumen cocaína tienen hasta tres veces más de posibilidades de sufrir un infarto que las personas que no toman esta sustancia.
Los investigadores analizaron los datos clínicos de 5.475.325 pacientes mayores de 18 años, que habían sido ingresados entre 2008 y 2010. De todas las personas ingresadas, 24.126 pacientes tenían dependencia o abusaban de la cocaína y sumaban un total de 79.076 casos de infarto agudo de miocardio, lo que representa más del triple de infartos por paciente.
Según las conclusiones del trabajo, la franja de edad de 35 y 44 años tiene el doble de riesgo de sufrir un infarto que entre las personas que no consumen esta droga; en la franja de edad de 45 a 54 años, el riesgo se triplica y en la de 55 a 64 años se quintuplica.
«Tras el consumo prolongado de cocaína pueden sufrirse muchos trastornos agudos y aparecer lesiones crónicas, incluyendo cardiopatías tóxicas, que empeoran el pronóstico de estos pacientes», comentó a los medios españoles Miguel Gili Miner, al frente del estudio.
La investigación, publicada en la Revista Española de Cardiología (REC), explica que la cocaína estimula el sistema nervioso simpático aumentando su sensibilidad a la noradrenalina e incrementando así la concentración de adrenalina hasta 5 veces más que los niveles normales, favoreciendo, entre otras cosas, la trombosis coronaria y favoreciendo la agregación de plaquetas.
La cocaína se obtiene de la hoja de coca, Erythroxylum coca, planta cultivada en Colombia, Bolivia y Perú. El polvo blanco resultante se vende, mezclado con lactosa, maicena y otras sustancias, en bolsitas o papeles.
Según datos del 2012, la Argentina es el país de América del Sur que tiene el consumo de cocaína anual más alto de la región, según el informe Mundial de Drogas de las Naciones Unidas (ONU) que presentó en Viena la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).
Su tasa de prevalencia (consumo de al menos una vez al año), en la población de entre 15 y 64 años, se ubica en un 2,6%, mientras que la media en América del Sur es de un 1%. Además, nuestro país es el segundo país consumidor del continente detrás de Estados Unidos.
La coca actúa directamente sobre el centro de placer del cerebro y produce sensación de bienestar, euforia y energía. Aumenta el deseo y el rendimiento sexual si se toma ocasionalmente, algo poco frecuente por el alto nivel de adicción y dependencia que genera. También reduce el hambre, el sueño y la fatiga, y actúa como anestésico local.
La lista de riesgos para la salud es larga: produce hemorragias nasales, problemas respiratorios, alteración del sueño, irritabilidad, agresividad y problemas cardiovasculares, incluidos infartos. Además, crea una fuerte dependencia psíquica.
El mercado ilícito de la cocaína «tiene un valor de más de 80.000 millones de dólares» en el mundo, según cálculos de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) y la Onudd.
Clarín