Seguro que os suena Grooveshark, cuando Spotify estaba dando sus primeros pasos era un servicio muy popular. La startup tenía más de 35 millones de usuarios registrados que podrían reproducir una canción en cualquiera de sus dispositivos dónde y cómo quisieran totalmente gratis. El problema era que no tenía acuerdos con las discográficas, lo que les ha causado problemas legales desde que comenzaron a operar. Hoy ha muerto.
Tras más de 6 años de lucha en los juzgados, Escape Media, la empresa propietaria de Grooveshark, se rinde ante los gigantes de la industria musical. Bajo acuerdo con Sony Music, Warner Music y Universal Music, Escape Media ha cerrado su página web, sus aplicaciones, borrado sus servidores, borrado su cuenta de Twitter/Facebook y pedido disculpas públicamente a la industria. Por si fuera poco, en su carta publica de disculpa promueven alternativas como Spotify.
La semana pasada, un juez del Tribunal de Distrito de Estados Unidos declaró al jurado que Escape Media podría ser responsable de hasta $736 millones en daños y perjuicios tras perder uno de los casos relativos a sus violaciones de los derechos de autor. Bajo los términos del acuerdo, Escape Media no tendrá que pagar nada a las grandes firmas, pero tendría que pagar $75 millones de dólares si violan los términos del acuerdo.
El problema con este asunto está claro: ganaban dinero mediante publicidad y suscripciones usando música que no les pertenecía. Escape Media alegaba que son un servicio como YouTube, donde los usuarios eran los que subían canciones a sus servidores sin el consentimiento previo de la compañía, lo que les podría proteger por el Digital Millennium Copyright Act.
El juez Thomas P. Griesa no coincidió con esa percepción del servicio, ya que ha sido fácilmente demostrable que los administradores del servicio eran responsables de subir a la plataforma miles y miles de canciones. Canciones que no tenían, obviamente, derecho a subir. Como resultado, en septiembre, Griesa declaró a los dos co-fundadores directamente e indirectamente responsables de infringir las leyes de copyright de nueve grandes discográficas.
Aun así, esta batalla ha sido librada como parte de una guerra ya ganada. Las discográficas están empleándose ahora en una mucho más grande. Una batalla contra los servicios legales que sirven música en streaming, no los ilegales. Me refiero a Spotify y YouTube. Los sellos discográficos pretenden que toda música sea pagada y se intenten eliminar el servicio gratuito por publicidad.
Escrito por: Félix Palazuelos
Fuente: Hipertextual