¿Un poco de jardinería, ponerse al día con las novelas no leídas, hacer senderismo en el sur del Tirol? Nadie sabe qué ha planeado la incansable líder alemana Angela Merkel para su retiro como canciller tras las elecciones del domingo.
Sin embargo, su sucesor en Berlín no tendrá un tiempo tan relajado, al menos en lo que se refiere a Europa: tendrá que calzarse los zapatos políticos más grandes de la Unión Europea (UE) y, confían algunos observadores en Bruselas, impulsar las principales políticas del bloque sobre el cambio climático, la migración y la digitalización.
Pocos esperan un cambio político radical a la hora de enfrentarse al próximo canciller. Las encuestas apuntan a otra coalición centrista en el gobierno alemán, quizá sin los democristianos y tirando hacia la izquierda, encabezada por los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes.
Sin embargo, lo que echarán de menos los diplomáticos europeos entrevistados por dpa y que están acostumbrados a los modales pausados y reflexivos de la canciller desde hace mucho tiempo, es su habilidad política en los momentos críticos y en las tensas conversaciones nocturnas.
«La personalidad y la experiencia de Merkel eran muy apreciadas durante las negociaciones presupuestarias y de altos cargos de la UE», dijo a dpa una fuente diplomática bajo condición de anonimato.
Otro diplomático afincado en Bruselas dijo que Merkel era conocida por valorar el consenso.
Para la experta en política Jana Puglierin, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, la estabilidad de Merkel y su reticencia a perturbar una situación estable a menos que fuese absolutamente necesario también la convirtieron en una barrera para el progreso.
Desde este punto de vista, ha sido «una canciller alemana sin visión para el futuro de la UE y sin la voluntad de hacer las reformas necesarias», escribió Puglierin recientemente en la revista «Internationale Politik».
«En el ámbito europeo, Merkel ha rehuido a menudo tomar posiciones claras, prefiriendo dejar pasar los problemas para acabar adoptando la solución de mínimo denominador común en el último momento», argumentó la analista con sede en Berlín.
«(El presidente francés Emmanuel) Macron viene con estas ideas locas -o debería decir audaces- y luego Merkel lo calma», dijo otra fuente diplomática.
Los medios de comunicación franceses han informado ampliamente de la aparente impaciencia de Macron con Merkel, y de su relativo desinterés por convertir a la UE en un actor de política exterior más fuerte e independiente o por impulsar un presupuesto para la eurozona.
Ahora que Merkel se prepara para pasar el testigo, la UE pierde a un peso pesado cuya bendición puede hacer o deshacer los planes. Su habilidad política se echará de menos, dicen los diplomáticos en Bruselas, pero su marcha podría despejar el camino de las reformas.
El primer gran campo de pruebas para la visión europea del nuevo o la nueva canciller podría ser la reforma de las estrictas normas de endeudamiento del bloque.
Francia es una de las voces que piden que se flexibilice el suspendido Pacto de estabilidad y crecimiento, que debe reinstaurarse en 2023.
La Alemania fiscalmente conservadora se ha mostrado reacia y puede seguir siéndolo aunque el partido de Merkel pierda el primer puesto. El candidato socialdemócrata a la cancillería, Olaf Scholz, indicó el mes pasado que no estaba dispuesto a revisar el pacto presupuestario europeo a toda prisa. Previamente el candidato de la alianza conservadora democristiana CDU/CSU, Armin Laschet, declaró a Bloomberg que apoyaba el restableciemiento de la norma.
Toda Europa está pendiente de lo que suceda este domingo en Berlín. En palabras de un conocedor de la diplomacia en Bruselas: «El futuro va a ser fascinante.»
dpa