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¿Acuerdo parcial?

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¿Acuerdo parcial?


 
 
 “La agenda sigue siendo muy amplia, con muchas cosas por resolver, pero con este acuerdo parcial es posible que reactivemos México en este mismo mes de septiembre”. Estas fueron las palabras con las que el opositor Luis Emilio Rondón pretendió tranquilizar a los venezolanos sobre las negociaciones con el gobierno chavista para buscar una solución a la crisis del país.

 

 

El primer detalle que se extrae del contenido de esta simple frase es la “agenda amplia”. Los venezolanos no están en condiciones de esperar por unas conversaciones que se extiendan en el tiempo para poder hacer el cambio que tanto requieren todos los sectores del país. A los opositores que gustan de sentarse a la mesa con los representantes de Nicolás Maduro se les debe exigir, antes que nada, definir prioridades, jerarquizar los problemas y centrarse en lo que realmente podría significar una solución global pero radical para la situación venezolana.

 

 

“Aunque la fatiga del venezolano no es casual … estamos todos convocados a superar los niveles de pobreza, recuperar el crecimiento y parar la fuga social. Y para ello debemos seguir insistiendo en encontrar una salida”, indicó Rondón. Lo que menciona como “acuerdo parcial” al parecer va dirigido a pactar con el gobierno soluciones en el campo social que mejoren en algo la calidad de vida del venezolano. En este punto cabría hacerle una pregunta al diputado: ¿qué resultados espera obtener (y cuándo) negociando con una contraparte que ha demostrado que no le importan los problemas que ellos mismos han creado y padecen la mayoría de los venezolanos? Porque no nos engañemos, el único fin que han perseguido Maduro y compañía con esta dizque negociación es la suspensión de las sanciones que impuso el gobierno de Estados Unidos a la plana mayor del chavismo. ¿De qué salida habla, entonces, señor Rondón?

 

 

¿En verdad los opositores de la mesa creen que el oficialismo está dispuesto a dejarlos influir y decidir en materia económica, de servicios públicos o de ayuda social? ¿Es esa la cohabitación que ha sugerido Luis Almagro, el secretario de la OEA? Mientras tratan de convencer a Maduro de que se someta a unas elecciones libres y democráticas, ¿la oposición cree que podrá hacer que el gobierno chavista ponga reversa a todo lo que ha hecho para llevar al venezolano a la más absoluta miseria? ¿Cuánto tiempo llevará todo esto?

 

 

Una vez más las costuras se le ven a esta iniciativa del diálogo en México, aunque con las declaraciones de Rondón pareciera aclararse el panorama. Se espera un acuerdo parcial, que en realidad no se sabe en qué consistirá pero sí que tenga como fin último beneficiar a los ciudadanos de manera expedita; y solo luego, quizás, a lo mejor, se aborde el tema de las elecciones. Eso si el presidente de la delegación de Maduro no se antoja antes de sacar otra de sus «barajitas» para levantarse o ni siquiera sentarse a negociar.

 

 

Hay muchos que piensan, sobre todo expertos en economía y en cuestiones sociales, que si no se extirpa por completo el gobierno chavista no hay manera de comenzar a enderezar los entuertos que ellos mismos han creado. El estado de destrucción de la economía y del tejido social, de los sectores de salud, educación y en general las condiciones de vida, es tan profundo que no admite pañitos calientes. Es urgente, como dijo la Conferencia Episcopal Venezolana, refundar el país, pero desde cero.

 

Editorial de El Nacional

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