Aunque dos adolescentes de nacionalidad china murieron y siete personas continúan hospitalizadas (seis de ellas en estado crítico) muchos expertos han coincidido al calificar a este desastre aéreo como «milagroso» ya que la mayoría de los ocupantes del vuelo lograron salir del avión con vida.
Según las primeras informaciones, los agentes de policía que llegaron al rescate lanzaron cuchillos a la tripulación para que ayudasen a los pasajeros a zafarse de sus cinturones y pudieran bajar por los toboganes huyendo del humo antes de que la aeronave se incendiase.
Entre el caos, hubo incluso quien se paró a ayudar a otros pasajeros del Boeing 777.
Pero también en medio del caos tal vez ocurrió otro suceso desafortunado: una de las dos adolescentes chinas que murieron en el accidente pudo haber fallecido atropellada por uno de los vehículos de emergencia que asistió en las operaciones de rescate.
Las autoridades competentes están investigando esa posibilidad, según anunció el domingo la portavoz del departamento de bomberos de San Francisco, Mindy Talmadge.
A la espera de nueva información sobre las causas del accidente, BBC Mundo reconstruye, en base a las declaraciones ofrecidas por los supervivientes a diferentes medios de comunicación, el momento del aterrizaje y de los dramáticos momentos del rescate y la salida de quienes lograron sobrevivir al vuelo 214 entre Seúl y San Francisco.
«Sabíamos que algo estaba terriblemente mal»
»Es un milagro que hayamos sobrevivido», dijo Vedpal Singh, un pasajero de nacionalidad india que, con un brazo en cabestrillo, se paró a hablar con los medios de comunicación.
Singh, que estaba sentado en la mitad del avión con su mujer y su hijo, asegura que la tripulación no hizo ninguna advertencia antes del aterrizaje.
«Sabíamos que algo estaba terriblemente mal», dijo Sigh quien asegura que tras el golpe se hizo un gran silencio al que siguieron los gritos de los pasajeros que trataban de salir como podían del avión ya en llamas.
El equipaje de su hijo de 15 años se cayó de los compartimientos superiores.
Según Sigh, en ese momento, no sabía lo que está pasando pero fueron los instintos los que llevaban las riendas de la situación. «Le estoy muy agradecido a Dios», concluyó.
Wen Zhang, que viajaba con su hijo de 4 años, -uno de los 30 niños que, según la aerolínea viajaban en el avión-, iba al final de la aeronave.
Dice que pudo sentir cómo la parte trasera del avión impactó con el suelo y el equipaje comenzó a caer sobre ella.
La gente gritaba y algunas ventanas se rompieron.
Ella tomó en brazos a su hijo, que se golpeó contra el asiento de adelante y se rompió una pierna, y salió por un agujero que se había formado en el baño de la aeronave.
«Cuando el avión se paró, pensé: ok, ya está. Así que pude salir porque el agujero estaba muy cerca de mi asiento. Tomé a mi hijo y mi equipaje de mano y salí rápidamente», afirma. «En ese momento no te da tiempo a tener miedo».
«Todos gritaban y yo trataba de ayudarles»
Lo que Benjamin Levy recuerda del momento del accidente es que el avión estaba volando demasiado bajo y demasiado cerca de la bahía mientras se acercaban a la pista de aterrizaje.
«Conozco el aeropuerto bastante bien así que me di cuenta de que estaba volando demasiado bajo, demasiado rápido y que, de alguna forma no íbamos a conseguir llegar a aterrizar a tiempo de lo bajo que estaba … puso más gasolina y trató de elevarse de nuevo. Pero era demasiado tarde y dio un fuerte golpe contra la pista. Después volvimos a subir otra vez y volvimos a aterrizar de manera muy brusca», recordó el pasajero en declaraciones a la cadena local NBC.
«Un pedazo de ala se había ido. También había un montón de escombros. Pero me di cuenta de que ya estábamos en el suelo», recuerda.
Entonces, sentado en una de las salidas de emergencia, Levy trató de poner orden en el dramático momento: «Todos gritaban y yo trataba de ayudarles a salir. Yo les decía (a los pasajeros): ‘Cálmense, no griten, ayuden a los otros, no empujen'».
«Cuando salimos había algo de humo. Todavía no había fuego. El fuego se desató después», afirma.
Levy se quedó ayudando a otros pasajeros hasta que una azafata le pidió que saliera del avión. En ese momento, recuerda, tomó unas fotos de la escena para subir a las redes sociales y le avisó a su esposa de que estaba bien.
«No te da tiempo a tener miedo»
«Acabo de aterrizar en el avión accidentado en SFO (la sigla aeronáutica de San Francisco). La cola está desprendida. La mayoría parece que está bien. Yo estoy bien. Surrealista…».
De esta manera otro pasajero, David Eun, informaba a través de la red social Twitter de lo que le acababa de suceder, en un mensaje que acompañó con una imagen del avión accidentado en la que se veía cómo bajaban algunos pasajeros.
Eun, directivo de la compañía surcoreana Sansung, relató cómo los equipos de emergencia evacuaban a los heridos y dijo no haberse «sentido así» desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
«(Estoy) tratando de que la gente se calme. Respirar fuerte», escribió en la red social.
Ya más relajado, diez horas después del accidente, el productor musical Eugene Anthony Rah le dijo al diario The Wall Street Journal que las imágenes del su experiencia caótica «se repetían como una película en su mente».
Rah, que es un pasajero frecuente de esa ruta que asegura haber hecho en más de 150 ocasiones, afirma que en el momento del aterrizaje sabía que algo iba mal.
«Pensé que todo se acababa. Que iba a morir. Si le digo la verdad, todavía me sorprende estar vivo. Cuando el avión golpeó tan fuertemente contra el suelo pensé que iba a estallar. Todavía nos movíamos a gran velocidad», recuerda el pasajero que iba en clase ejecutiva.
El productor, que no resultó herido, trató de ayudar junto a otro pasajero a una azafata que se había quedado atrapada y estaba herida.
De la evacuación recuerda especialmente a una azafata menuda que cargaba a los pasajeros heridos para ayudarlos a salir del avión.
«Era una heroína. Esa mujer diminuta cargaba a caballo a la gente, corría a todos los sitios con lágrimas cayéndole por las mejillas. Lloraba pero era capaz de mantener la calma y ayudar a la gente», afirma.
Cuando ya habían conseguido evacuar a la gente, 10 ó 15 minutos después del choque, comenzó el fuego en el avión.
Después llegaron los equipos de rescate, aunque varios pasajeros coinciden en destacar el caos y la falta de información.
Rah dice que tardó siete horas en poder salir del aeropuerto y ver a su hija. Pero por el momento sólo tiene palabras de agradecimiento: «Estaba 99,9% seguro de que iba a morir. Pero me quedaba la esperanza del 0,1% de que sucediera un milagro y así fue. Ahora tengo que dar lo mejor de mi mismo porque mañana puede ser demasiado tarde».
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