Olvide el maní. En el corazón de la región del cultivo de cítricos de Florida, son las naranjas lo que atrae a los elefantes.
En el Centro Nacional de Elefantes, recientemente abierto en Fellsmere Fla, los paquidermos han descubierto como arrancar las frutas de los árboles con su trompa para metérselas en la boca.
Las frescas naranjas Valencia no son lo único que hace que este centro de 200 acres sea algo fuera de lo común. También es el único lugar de su tipo operado por la comunidad de zoológicos de Estados Unidos para albergar elefantes sin hogar.
El centro abre sus puertas para dos categorías del descomunal mamífero: aquellos que son enviados para una estadía limitada por zoológicos que necesitan abrir espacio temporalmente para efectuar renovaciones o para la cría de animales, y elefantes que necesitan un hogar permanente cuando los dueños privados o las instituciones que los albergaban anteriormente ya no puede ocuparse de ellos.
La meta principal del centro es garantizar la supervivencia del elefante a largo plazo. El animal está catalogado como en peligro o en alto riesgo de extinción en Asia y vulnerable en África.
“Se estima que, el año pasado, cerca del 10 por ciento de la población completa de elefantes africanos fue cazada para obtener marfil”, afirmó John Lehnhardt el director ejecutivo de voluntarios del centro.
“A ese paso en unos 10 o 15 años es posible que no quede ninguno”.
Actualmente residen en el centro cuatro elefantes africanos cuyo hogar permanente es el Animal Kingdom de Disney, ubicado a una hora al norte de refugio.
Moyo, una hembra de 32 años con un solo colmillo, fue la primera en descubrir y apreciar las naranjas. La acompañas sus crías, Tufani de 10 años y Tsavo de 5 años; también está Thandi, una hembra de 33 años afectuosamente conocida como la “tía” del grupo.Tufani está comenzando a crecer y las hembras más adultas están intentando sacarlo del grupo que usualmente sólo incluye a hembras con sus crías. Los machos adultos viven solos y el centro está preparado para ayudarlo en ese rito de iniciación.
“Es un buen lugar para que este joven haga la transición fuera de su grupo familiar y que se le permita que permanezca cerca de ellos” dice Lehnhardt. “Ellos necesitan salir y competir con otros machos. Aprender la jerarquía.
La familia pasa la mayoría de sus días paseando por un terreno de 25 acres que incluye un estanque y un área lodosa.
Lehnhardt, quien ha trabajado con elefantes por cuatro décadas en Disney y en otros lugares, dice que eventualmente espera poder aprovechar los 225 acres completos, y visualiza un centro de educación y cinco establos para albergar doce elefantes o más.
“Aquí podrían vivir muchos más elefantes, y vivir muy bien”, afirmó Lehnhardt.
El terreno fue arrendado en septiembre de 2011 de un huerto de cítricos, por 40 años a $1 por año. Esto permite que la mayoría de los fondos, que provienen mayormente de cerca de 70 zoológicos, cubra los costos de construcción estimados en al menos $2.4 millones y los costos operativos que llegan cerca de los $50,000 al mes.
La junta directiva del centro originalmente había pensado adquirir una parcela más grande, de 326 acres en St. Lucie County, pero el condado quería imponer límites en el número de elefantes permitidos en el sitio y exigía un acuerdo de parte del centro que estipulara que no se usarían ganchos tipo “Bull hook” con los animales. Estos ganchos lucen como atizadores y se usan en algunos circos para disciplinar y entrenar a los elefantes.
El centro no se comprometió a obtener la propiedad en St. Lucie pero ahora tiene la de Fellsmere. No se observaron ganchos tipo “Bull hook” en una visita reciente.
Los elefantes llegaron en Mayo – en el auge de la temporada de naranjas- y Lenhnardt dice que Moyo fue la primera en descubrir la fruta. Olía los árboles e intentaba agarrar alguna que se le escapaba. Finalmente, aspiró la naranja con la punta de su trompa y se la metió en la boca.
“En ese momento, fue como si ella hubiese dicho ‘¡Dios mío! y empezó a agarrar naranjas y a comerlas lo más rápido que podía,” dijo Lehnhardt. Moyo y sus compañeros fueron de una fila de árboles a otra, comiendo aproximadamente 300 naranjas por día hasta que no quedó ni una. Cuando vuelva la primavera comenzarán de nuevo.
“Eso nos sorprendió porque por lo general no se le da de comer cítricos a los elefantes” concluyó John Lehnhardt.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/








