El presidente empieza a impacientarse. Pretende firmar el acuerdo de paz en noviembre pero aún no ha logrado siquiera cerrar con las FARC el primero de los cinco puntos de la agenda, referido a desarrollo rural.
«Que cambien las balas por los votos y que lo hagan rápido», sugirió esta viernes Juan Manuel Santos. Su ministro de Interior, Fernando Carrillo, reforzó la petición apelando a la necesidad de lograr un acuerdo cuanto antes, puesto que el próximo año es electoral y el proceso se puede enredar.
Pero la urgencia del gobierno no es la misma que sienten las FARC. Este viernes concluyó otra fase más de las conversaciones de La Habana y en lugar de acuerdos, la guerrilla se dedicó a disparar dardos a diestro y siniestra. Tildó de mentiroso al Ministro de Agricultura porque a principios de semana devolvió a sus propietarios originales unas fincas que las FARC les habían arrebatado. Asímismo, alegó que no acudirán ante la Justicia porque carece de «legitimidad» y criticó a los medios de comunicación que reclaman que deben pedir perdón.
«Es el cálculo de la perfidia para ocultar a los verdaderos victimarios», declaró Iván Márquez, jefe negociador de las FARC y un terrorista con incontables crímenes a sus espaldas. «Perdón debe implorar un Estado que ha suprimido tantos seres humanos de manera desalmada con su política económica». Su contraparte, Humberto de la Calle, se vio obligado a defender al mencionado ministro al tiempo que admitía que si bien se han producido avances, el ritmo aún es insuficiente.
De ahí el gaseoso comunicado conjunto que emitieron las partes: «En este ciclo de conversaciones, se presentaron avances importantes en la construcción de nuevos acuerdos sobre los temas de programas de desarrollo», señalaba un párrafo. Y concluía anunciando que volverán a verse las caras el 15 de mayo.
Santos, por su parte, aprovechó su discurso en una visita a la región del Urabá, al oeste de Colombia, para informar sobre la deserción de alias «Marlon», comandante del frente 57 de las FARC, junto con diez de sus hombres. Leyó una carta del subversivo, alusivo a su decisión de abandonar las armas: «Esta guerra no tiene sentido porque los jefes no tienen ideología. En esta revolución no cree nadie. Esto es un negocio. Los jefes de la guerrilla están dedicados a hacer plata y negocios».
Cabe recordar que las elecciones presidenciales serán en mayo de 2014, pero las legislativas se celebran dos meses antes y si el proceso sigue abierto para entonces, será el eje de campaña y dividirá al país. En un lado puede estar Santos defendiéndolo a toda costa y enfrente tendrá a un candidato de Álvaro Uribe atacando una paz que suponga que los jefes guerrilleros no sólo no pasarán por la cárcel, sino que podrán hacer política. // IPP
Fuente: elmundo.es