Quizás lo que haga falta explicar y entender es que cuando se elige a un presidente y asume el cargo, desde ese momento debe dejar los lazos partidistas y los compromisos e intereses particulares para ocuparse de una empresa de la que depende la vida de los ciudadanos de un país. Si esta vez Juan Guaidó comprende este detalle y suelta los lastres que le han hecho peso desde que juró delante de los venezolanos como presidente interino en 2019, es posible que pueda conseguir su objetivo primordial, llevar la transición a su término y llamar a elecciones libres y democráticas.
No se puede negar que como presidente interino sigue la línea constitucional. Y es sobre esa base que recibe reconocimiento y apoyo de muchos países que defienden la democracia y que desean que Venezuela vuelva a vivir bajo este sistema. Esta es una premisa que no puede ignorarse, pues significa el orden legal frente al desmadre del gobierno chavista, que se mantiene en el poder precisamente porque tuerce la justicia e inventa las leyes según su conveniencia. Ya este es un punto que le da base a la presidencia interina.
Hay que tener muy en cuenta que en cuanto a lo que se refiere a mantener los activos del país a salvo de la rapiña chavista madurista, las decisiones de Estados Unidos y el Reino Unido fueron tomadas como Estados, no en nombre del gobierno de turno, por lo que esa constitucionalidad que fundamenta la presidencia interina es reconocida en su totalidad. De allí la importancia de mantenerla.
Sin embargo, es obvio que en el tiempo que se le ha dado a esta instancia no se ha conseguido el objetivo principal, aquel que claramente delineó Guaidó cuando asumió la presidencia, el fin de la usurpación. ¿Qué le ha faltado y qué le ha sobrado para poder llevar a buen término la meta con la que hizo soñar a todos los venezolanos?
Es muy fácil y está muy claro lo que le ha sobrado. Peleas internas, intereses y mezquindades de uno y otro partido, ansias de poder de algunos personajes, corrupción entre algunos delegados. Todo eso ha ensuciado una vía que pudo haber sacado a Venezuela de la pesadilla. Y, como lo dijimos, todo eso sobra y debe ser eliminado. ¿Por qué seguir escuchando los cantos de sirenas de los que quieren simplemente halar la brasa para su sardina? Guaidó debe elevarse por sobre todos, no le queda más remedio si esta vez quiere tener éxito.
¿Lo que le falta? Salir de las filas partidistas de anaranjados, amarillos, blancos, verdes o azules. Buscar y asesorarse con tanta gente valiosa que quiere realmente aportar soluciones para salir del gobierno chavista de una manera democrática, entender que el interinato no es de cuatro partidos sino para todos los venezolanos y asumir que no fue “puesto” allí sino que es una herramienta, un instrumento para poder solucionar el urgente problema político.
Otra cosa es que tampoco pueda hacerlo en este año, que siga oyendo a los que tienen cartas bajo la manga, que se emborrache de poder también y que se olvide de su tarea primordial. Pero es mejor confiar que a la tercera va la vencida.
Editorial de El Nacional