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A 200 años del fin del «sueño» de la Francia Imperial

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A 200 años del fin del «sueño» de la Francia Imperial

La batalla de Waterloo marca la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte tras el regreso de su exilio de la isla de Elba. También el cierre del período abierto por la Revolución Francesa en 1789.

Waterloo, 200 años después de la histórica batalla, es sinónimo de Napoleón, de derrota francesa y de triunfo británico. Y aún ese acontecimiento no deja indiferentes y remueve las sensibilidades de los europeos. Eso, al punto que los franceses protestaron por el proyecto de Bélgica -país donde está situada la localidad que dio nombre a la batalla- de emitir 280.000 monedas de dos euros, con motivo del bicentenario, de curso legal en el conjunto de la zona euro.

 

El gobierno francés consideró que una medida así podría crear “tensiones inútiles” en Europa. “Este proyecto es susceptible de producir una reacción desfavorable en Francia” ya que “la batalla de Waterloo es un acontecimiento que en la conciencia colectiva va más allá de una simple evocación de un conflicto  militar”, dijo en París a sus socios europeos, el director de la Real Casa de Moneda belga, Bernard Gillard. Así, finalmente, Bruselas cedió y acuñó un número menor de monedas -70.000- de un valor de 2,5 euros conmemorativas para el consumo interno.

 

La batalla de Waterloo marca la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte tras el regreso de su exilio de la isla de Elba, a donde había llegado tras ser depuesto en abril de 1814, y se produjo el 18 de junio de 1815. Pero también es la derrota del sueño de la Francia Imperial y el cierre del período abierto por la Revolución Francesa en 1789. Las tropas galas, después de algunos triunfos en los días previos, fueron abatidas por una coalición de fuerzas de las monarquías europeas donde jugaron un rol relevante el británico duque de Wellington, Arthur Wellesley, y el prusiano Gebhard Leberecht von Blücher.

 

El 16 de junio de 1815 se producen las batallas de Quatre Bras y Ligny, donde las tropas napoleónicas, en su ofensiva por los Países Bajos, hicieron retroceder a las tropas británicas y prusianas, respectivamente. En medio de una intensa lluvia el día 17, el duque de Wellington retiró su Ejército a Waterloo. Pero Napoleón y sus altos mandos planificaron su ataque contra los británicos para el día siguiente sin considerar las condiciones del terreno ni el relieve.

 

Producto del aguacero, el terreno fangoso impidió el uso temprano de los cañones y cuando entraron en acción su éxito fue mínimo. Napoleón desgastó sus fuerzas contra un objetivo que buscaba ser sólo un elemento distractor y su caballería actuó por una pendiente que hizo muy difícil la ofensiva, al punto que terminó siendo diezmada por las fuerzas bien ordenadas de Wellington. Fue en ese momento que las tropas prusianas entraron en acción por un costado, mientras que la Guardia Imperial francesa era acribillada por los fusileros británicos, que selló el fracaso de Napoleón.

 

Tras la victoria en Waterloo, las tropas aliadas, monárquicas, entraron en Francia a la caza de Napoleón. El 1 de julio, Von Blücher ocupó Versalles, el 8 de julio se restauró la corona de Luis XVIII y el día 10 Napoleón se rindió. Fue exiliado el 26 de julio en la isla de Santa Elena, en la mitad del Atlántico, donde murió en 1821.

 

Fue en Waterloo donde el duque de Wellington estableció su cuartel general, pero la mayoría de los combates de ese 18 de junio de 1815 se llevaron a cabo en territorio de las comunas vecinas.

 

Con la fecha del bicentenario cada vez más cerca, el lugar de la batalla, poco explotado durante décadas, fue actualizado para acompañar este “turismo histórico”.

 

Por eso, la agitación de los últimos preparativos de una gigantesca reconstitución se perciben en la llanura del Mont Saint-Jean donde se espera la asistencia de 200.000 personas. El lugar elegido para el espectáculo de sonido y luces “Inferno” del 18 de junio y para las dos representaciones de la batalla, el 19 y 20 de junio, es un gran descampado con una depresión.

 

Justo al lado del cerro desde donde Wellington dirigió las tropas inglesas, a unos centenares de metros, se encuentran las granjas de Hougoumont y de La Haye-Sainte, aún en pie, y el lugar llamado la Belle-Alliance, que fue el Cuartel General de Napoleón y donde, con la victoria asegurada, Wellington estrechó la mano de Blücher, mientras que Napoleón se retiraba en dirección de París.

 

Las dos grandes reconstituciones del enfrentamiento que cambió el curso de la Historia, reunirán a más de 5.000 personas de 52 países vestidas con uniformes de época, unos 100 cañones y 360 caballos.

 


Pedro Schwarze

 

Fuente: La Tercera

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