La decisión de Henrique Capriles de retirar su candidatura a la primaria es una mala noticia por donde quiera que se le vea. El dos veces aspirante presidencial de la oposición, candidatura surgida de una primaria que permitió entonces (2012) estructurar un bloque electoral de todas las fuerzas opositoras y elaborar un programa político compartido, hubiera ganado más en prestigio y en su talla de dirigente si la noche del próximo 22 de octubre, o en la madrugada del 23, reconociera su muy previsible derrota y se sumara «con la misma pasión y determinación» -que pide a la gente en su carta pública- a la construcción de la fuerza que puede producir el cambio político en 2024.
La extensa carta pública de Capriles es confusa, incurre en contradicciones y refleja la ausencia de profundidad política para entender el rol y el peso que debería desempeñar un hombre que concitó el apoyo mayoritario, casi unánime, del mundo opositor en su larga travesía hacia la reinstauración democrática en Venezuela.
Analicemos algunas frases de su comunicación bajo la premisa de que el lenguaje permite expresarnos, pero también debería ayudar a plasmar ideas con pertinencia.
«Estamos en un momento crucial (…) convencidos de que en la elección presidencial del 2024 hay una real posibilidad de cambio (….) es esencial recordar que nuestra lucha va más allá de la simple conquista del poder».
Los ciudadanos deberíamos entender por «momento crucial» que faltan apenas 10 días para la elección primaria en la que las fuerzas que luchan por el cambio político escogen a quien habrá de representarlos y liderarlos en la contienda presidencial de 2024. Esa primaria enfrenta amenazas y obstáculos auspiciados por el régimen que requieren cohesión, compromiso y certeza de que la elección es en sí misma un desafío al poder. ¿A qué contribuye en este «momento crucial» la decisión de ponerse a un lado? ¿Cómo se puede entender que el retiro de Capriles fortalece la posibilidad del cambio en 2024? Es, además desafortunada la expresión «simple conquista del poder», después de 25 años (se cumplen en diciembre) de intentos, e intentonas, frustrados por alcanzarlo. Unas líneas más abajo, Capriles se desdice -y acierta- al expresar que «el objetivo más urgente y trascendente es la derrota de Nicolás Maduro». Es decir, la conquista del poder, que requerirá, claro está, estar preparado y fortalecido para la ocasión.
«Estoy comprometido a seguir trabajando sin descanso por la restitución justa de los derechos políticos de aquellos que somos perseguidos por el régimen».
Es muy posible que ese «compromiso» sea difícil de asimilar, incluso por los propios electores que apoyaban a Capriles. La Comisión Nacional de Primaria estableció desde el principio, sin ninguna duda, que desconocía las arbitrarias, ilegales e inconstitucionales inhabilitaciones políticas, y ningún partido discrepó. ¿No compartía Capriles esa línea de actuación de la CNP?, de la que dice que «continúa trabajando para materializar la expresión de nuestro pueblo». La peor inhabilitación es la que se autoinflige.
«La inhabilitación política, al obstaculizar este derecho, socava no solo las aspiraciones de una persona, sino también la promesa misma de un cambio significativo y positivo para nuestra nación».
Este es el meollo de la larga carta de Capriles. Él se aparta, pero siguen en carrera otros inhabilitados por el régimen -María Corina Machado y Freddy Superlano- y hay que entender que tal condición «socava» las aspiraciones de esas personas y «la promesa misma de un cambio significativo y positivo para nuestra nación». ¿No es el régimen el que está cerrado a cal y canto a competir en igualdad de condiciones y, por tanto, a bloquear la puerta al cambio político? ¿Cómo se construye la fuerza que logre conquistar condiciones para votar y elegir?
En política, como en otros aspectos de la vida, todo tiene su tiempo. Este es el «momento crucial» de la primaria. La participación de la candidatura de Capriles -propuesta por Primero Justicia, integrante de la Plataforma Unitaria que lanzó la primaria- era importante por su trayectoria, por la significación de su organización y por el compromiso unitario. Él ya habla en pasado: “Agradezco de corazón a todos los que creyeron en mí”.
Editorial de El Nacional